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M. F. ANTUÑA
OVIEDO.
Lunes, 24 de octubre 2022
La aventura comenzó en el Museo de Bellas Artes. Allí, familias al completo con muchos niños, pero también adultos peinando canas dispuestos a pasar un buen rato, debían de recoger sus carnés de arqueólogos y sus diarios, que les permitirían transitar por distintos lugares para desvelar 'El misterio del templo mexica'. La yincana arqueo-ilógica que organizó la Fundación Princesa de Asturias para rendir pleitesía y dar a conocer el trabajo de Eduardo Matos Moctezuma (premiado de Ciencias Sociales) y saber más de Tenochtitlan, partía de la llamada de una arqueóloga no muy de fiar de nombre Raelisa di Sasster, que sostenía haber hallado restos de la cultura mexica en Oviedo. Los arqueólogos en juego recibían un mensaje pidiendo ayuda y en el patio del Museo de Bellas Artes comenzaba su misión.
Con su diario en la mano, tomaron rumbo hacia la biblioteca de la Universidad de Oviedo, en cuyo edificio histórico tendrían oportunidad de saber algo más sobre el náhuatl, una lengua mesoamericana prehispánica que podría datar del siglo V. Unas transcripciones de textos originales al alfateto latino les condujeron hacia su siguiente destino. Sería el patio del edificio del Ridea, donde descubrieron a cuatro de los principales dioses mexica. A saber: Huitzilopochtli, Tlácloc, Coyolxauhquí y Quetzalcóati. Sobre una mesa, letras de diferentes colores para componer los nombres de tres de ellos y trasladar el resultado correcto a su diario. Una estricta profesora vigilaba que todo estuviese en orden antes de que pudieran dirigir sus pasos al Museo Arqueológico. Allí les tocó descubrir cuál sería su destino con la ayuda de la piedra solar. Recibieron la carta del profesor Hermeto, un arqueológo amigo -o más bien enemigo- de la Di Sasster y con ella, su fecha de nacimiento y unas cuántas cábalas obtuvieron el sujeto, el verbo y el predicado que marcaba su futuro. Un ejemplo: «La riqueza espiritual eclipsará tus problemas llenándote de bendiciones eternas».
Próxima parada, la Calleja de la Ciega, desde donde se dirigieron hacia la Fábrica de Armas, cuartel general de las actividades de la Fundación Princesa. «Vaya actividad más chula que nos han organizado hoy», le decía una madre a sus hijos mientras ellos, que no pasaban de los ocho años, asentían con una sonrisa y lucían orgullosos sus diarios. Transitaban por la calle principal del recinto rumbo a la nave de Cañones, donde darían con la hoja perdida del diario de Raelisa: «He encontrado a la diosa Coyolxauhquí, igual que la de Matos Moctezuma en el DF. ¿No te lo crees? Compruébalo tú». Y en el edificio de Artes y Oficios hacían nuestros arqueólogos la comprobación y encontraban la excavación. Una recreación en 3D muestra que, efectivamente, como Raelissa di Sasster sostiene, el templo mexica está allí. Oviedo desenterraba así su más insólito y arqueo-ilógico pasado.
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