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La «generosidad», «madurez» y «responsabilidad» de un pueblo «que ganó la democracia y la libertad» expresada en una Constitución, la del 78, que el próximo 6 de diciembre celebrará su 40 aniversario, sirvió de perfecto cierre para el discurso que el Rey ha ofrecido ... este viernes en la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias 2018. Habló Felipe VI, en ese marco constitucional, de «reconciliación» y «paz», de «soberanía nacional» y «libertad» y del reconocimiento de «la diversidad de sus orígenes, culturas, lenguas y territorios».
Su intervención, que echaba el cierre a la XXXVIII edición del acto de entrega de los galardones que llevan el título de la Heredera de la Corona, también servía para ensalzar el espíritu de Asturias como «un pueblo unido por sus sentimientos y por tantos siglos de historia, por la historia de todos, raíz de España». Lo hacía tras mostrar su agradecimiento por la acogida de esta tierra y de los asturianos a los Reyes y sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Leonor, el pasado 8 de septiembre. « Tendrán para siempre ese día grabado en su corazón: La emotiva visita a la Santina, la acogida tan cariñosa de los asturianos, la grandeza de aquella naturaleza hermosa y sobrecogedora que rodea Covadonga y se eleva en los Picos de Europa. Gracias Asturias; sinceramente, muchas gracias», aseveró. Una intervención que recibió la larga ovación del Teatro Campoamor.
Pero los agradecimientos del Rey habían comenzado al inicio de su intervención, dirigidos al actual presidente de la Fundación y su antecesor, Luis Fernández-Vega, y Matías Rodríguez Inciarte, respectivamente, por sus papeles, presentes y pasado, al frente de la misma.
A renglón seguido, Felipe VI se centró, uno a uno, en cada premiado, «un símbolo de nuestros anhelos, de las mejores ambiciones y aspiraciones». Empezó por el cineasta Martin Scorsese, premio de las Artes: «Ese amor profundo por su oficio se extiende además a la preservación activa del patrimonio cinematográfico mundial como tributo agradecido a la obra de los grandes maestros —también los autores olvidados—, que Scorsese vivifica para el disfrute de todos». De AlmaGuillermoprieto, premio de Comunicación y Humanidades, ensalzó su «curiosidad, capacidad de asombro, empatía, dominio lingüístico» así como la «potencia y fuerza de su trabajo» que «asegura sin ambages que el periodismo es indispensable para la democracia. Una tarea, en fin, que ella califica, con admirable humildad, como sencilla y emocionante».
La labor de la ONG Amref Health Africa, premio de Cooperación Internacional, «vuelve a poner ante nuestros ojos la injusticia que muchos seres humanos viven a diario, solo por haber nacido en algún rincón olvidado del planeta», afirmó Felipe VI para, a continuación, recordar que «quedan muchas cosas por hacer para mejorar la vida de tantos seres humanos».
Los retos «casi imposibles» de los alpinistas Reinhold Messner y Krzysztof Wielicki, premio de los Deportes, representan para el Rey «un conjunto de valores que en el himalayismo adquieren un carácter casi mágico, heroico: esa antiquísima lucha entre el ser humano y los elementos, ese deseo de conquista, de superación absoluta y entrega total».
También tuvo palabras en su intervención para la gran ausente de la ceremonia, la Premio Princesa de las Letras, Fred Vargas, «una maestra en el arte de sumergir al lector en historias cruzadas, llenas de diálogos vivos e inteligentes, que convierten la lectura de sus obras en un auténtico placer», a la que deseó «nuestros mejores deseos».
«La reflexión, el pensamiento crítico e informado, ajeno a las modas pasajeras y a la superficialidad» son las claves del planteamiento destacado por Felive VI del premio de Ciencias Sociales de este año, el filósofo Michael Sandel. «Para Sandel es vital que los ciudadanos se cuestionen una y otra vez cuál es el camino hacia el equilibrio; cómo trabajar unidos por una sociedad más racional, más informada y más dichosa», aseveró.
«El trabajo inteligente y definitivo de Svante Pääbo (premio de Investigación Científica y Técnica) es, fundamental en la consolidación de esa necesaria reflexión que debemos hacer para afrontar el futuro», expuso el Rey tras profundizar en el trabajo de uno de los fundadores de la paleogenética. «Los ecos del más lejano pasado nos devuelven todo lo trascendente, nos hacen entender mejor qué somos, por qué y para qué estamos aquí».
La última de las galardonadas a quien se refirió el Rey fue a Sylvia Earle, la Premio de la Concordia, de 83 años, que «toda su vida defendiéndolos, luchando para que se protejan, para que se salven de la desgracia de la contaminación». Y es aquí donde Felipe VI se mostró contundente al afirmar que «el mar, las aguas, son la vida, son el origen de la vida, y su situación empieza a ser peligrosamente grave», al tiempo que señalaba las «señales alarmantes de una situación que es preciso revertir, que tenemos que cambiar sin dilación».
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