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Martin Cooper, premiado en 2009 con el Príncipe de Asturias de Investigación Científica, sonríe con paciencia al título de 'padre del teléfono móvil'. En su regreso a Oviedo, invitado por la Fundación Princesa de Asturias, habla con naturalidad y agudeza del hito que logró hace ... ahora cincuenta años.
-La pregunta que le habrán hecho un millón de veces: ¿Cuando desarrolló su teléfono inalámbrico preveía la revolución que iniciaba?
-Siempre utilizo un chiste para expresarlo. Entonces decíamos que en el futuro cuando los niños nazcan se les va a asignar un número de teléfono y quien no responda a una llamada es que está muerto. Eso está ocurriendo ya, en el mundo hay más móviles que personas. En 1973 no existía internet, ni los ordenadores personales. La idea de llevar en el bolsillo un superordenador era simplemente inimaginable, nunca se nos pasó por la cabeza.
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M. F. Antuña
-A medio siglo vista ,¿qué es lo que más le gusta y lo que menos de su 'invento'?
-Nos ha llevado 50 años aprender a usar esta herramienta. Yo digo que la revolución de la telefonía móvil está empezando ahora: no es natural tener que sujetar el aparato, acercarlo al oído, cargarlo a diario... es decir, todavía hay muchos problemas por resolver. Es una creación de ingeniería, pero no es muy buena para las personas, no está perfeccionado del todo.
-¿Más complejo resulta conjugar privacidad y seguridad?
-Efectivamente, ese es uno de los problemas de los móviles: ha desaparecido por completo la privacidad. ¿Ha oído cómo me vibraba el teléfono? (mientras hablamos se ilumina en la pantalla una foto familiar) ¡Es tremendo!. Tenemos un problema, las personas deben saber protegerse, estamos aprendiendo a cifrar llamadas, mensajes, contraseñas con doble seguridad. Claro que no se han resuelto todos los problemas pero se está trabajando en ello.
-La telefonía móvil e internet parecen una de esas parejas llamadas a un futuro feliz, ¿La IA podrá unirse a la familia o es un invitado imprevisto?
-Siempre tememos a las nuevas herramientas. Cuando yo era joven la televisión se veía como un peligro: las personas se sientan delante, atontados, los niños no hacen los deberes... Y sobrevivimos. Pues lo mismo ocurrirá con la IA. Trae asociados una serie de riesgos, pero hasta ahora siempre se han resuelto los problemas con el tiempo. Para mí el aprendizaje es el elemento más importante y las personas debemos adaptarnos a las nuevas tecnologías porque su poder es enorme. Pero nuestra mente es muy poderosa, así que dejemos a la IA que resuelva los problemas menos importantes y nosotros con nuestros cerebros resolvamos los grandes problemas del mundo. Estoy a favor de la IA, pero hay que gestionarla y usarla con cuidado.
-¿Por dónde irá el futuro más próximo de los móviles?
-Sin duda pasa por optimizar las funcionalidades de los dispositivos. Por ejemplo, resolver el problema de tener que acercarlo a la piel, eso me puede dañar, o quien sabe si teniendo en cuenta que el cuerpo está lleno de energía podremos cargar el teléfono con él o usted podría tener un ordenador en las gafas. Creo que las máquinas se deben adaptar a las personas y no al contrario.
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