Emmanuel Carrère: «Es un gran honor, tanto más grande porque se trata de un honor español»

El escritor ha tenido palabras de «gratitud» para los autores que han contribuido a su formación, peo también para los editores que han publicado sus obras, logrando que sus libros hayan conquistado «poco a poco» a los lectores espñaoles. Pero la dedicatoria más especial fue la realizada hacia Paul Otchakovsky-Laurens, su «amigo y editor francés durante treinta y cinco años, fallecido hace tres». «Nadie le sustituirá, pero está aquí Emmelene Landon, que es a la vez su viuda, una pintora y una escritora maravillosa y mi mejor amiga», ha dicho.

El Premio Princesa ha confesado que realizó su discurso creyendo «haber cubierto el expediente». Pero Emmanuel Carrère está dotado con el don de la palabra y, haga lo que haga, eso se nota. «Unos días más tarde recibí un email de la Fundación que era una obra maestra de delicadeza. Me decían que mi pequeño discurso era maravilloso, absolutamente maravilloso, y mi lista de agradecimientos totalmente justificada», ha revelado. Sin embargo, no fue suficiente para él. «Precisamente en esta circunstancia, cómo decirlo, cabía haber esperado de mí un poquito más, algo -cito en inglés- más inspirational. De todos modos, lo que se infería de este mensaje inmensamente delicado es que, creyendo haber hecho lo apropiado, del mismo modo que se respeta un dress code, yo había escrito un discurso convenido y hasta convencional, un reproche que sinceramente no me han hecho a menudo», ha confesado.

El escritor francés ha recordado uno de los episodios más terribles vividos en los últimos tiempos en su país: los atentados de París del 13 de noviembre de 2015. También ha hecho mención de los atentados terroristas del 11-M, «cuando hubo 61 fallecidos más, si es que esta contabilidad atroz tiene algún sentido».

Precisamente, ha querido finalizar su intervención citando las palabras de una superviviene de Bataclan: «Unos días después del atentado murió mi padre, y justo antes de morir me dijo: «Tú y yo consolamos a los demás de las desgracias que nos suceden». Yo habría preferido no tener que consolaros».