Juan Mayorga

Premio Princesa de Asturias de las Letras

«En el fomento de la lectura nos jugamos la democracia»

-¿Qué sensación le provoca volver aquí?

-Volver a Asturias, a Oviedo, al Reconquista, me trae a la cabeza momentos extraordinariamente felices, que fueron más felices de lo que yo esperaba. Algo maravilloso fue darme cuenta de que lo más importante de los Premios Princesa de Asturias es el encuentro con la gente de Asturias. Conocí a personas que se han convertido en importantes en mi vida, y eso es lo mejor que te puede ocurrir, que tengas buenos encuentros. Dicho esto, ahora tengo un sentido de la responsabilidad porque precisamente por haber estado al otro lado me doy cuenta de la relevancia de los Premios, del impacto, la expectación y quisiera hacer alguna contribución para que premiemos bien. Y seguro que va a ser así.

-Usted es un gran defensor de la educación. Bajan los índices de comprensión lectora en los niños. ¿Qué hacemos?

-Tenemos que apoyar el trabajo de las maestras y los maestros, tenemos que ayudar a la gente que gestiona las bibliotecas públicas, tenemos que ofrecer en la televisión y en la radio públicas espacios que animen a la lectura y a una lectura seria, crítica. Nos jugamos casi todo aquí. Estos días va a haber unas elecciones, que son un proceso necesario pero será más sano, más fuerte, si la gente es capaz de comentar textos. Estamos rodeados de textos y atravesados de textos y, por lo tanto, todos debemos de ser aviesamente críticos ante ellos. En el fomento de la lectura no solo nos jugamos que las gentes estén más o menos informadas o cultivadas, nos jugamos la democracia misma.

-¿Será capaz de crear un Shakespeare la inteligencia artificial?

-No lo sé. Como decía el otro mi compañero de la Academia José Manuel Sánchez Ron, la tecnología siempre vence, es decir, se impone. Es importante que estemos vigilantes, pero tenemos que ser conscientes de que la tecnología va a ser capaz de destrezas, de logros, que ahora mismo ni siquiera podemos imaginar. De lo que se trata es de que los seres humanos seamos capaces de hacer de la técnica nuestro órgano y no nos convirtamos en órganos de la técnica, que no acabemos siendo utilizados por ella. Por otro lado, y vuelvo al tema, lo que está en juego es la democracia misma: que esos extraordinarios instrumentos, primero, no se conviertan en herramientas desequilibrantes que hagan que las sociedades que los controlen pueden dominar a las otras, y luego que en cada una de nuestras sociedades enriquezca nuestra libertad, nuestra dignidad, nuestra capacidad de vivir una vida bella. Pero no es seguro que eso vaya a ser así. Sin duda, la inteligencia artificial va a ser extraordinaria a la hora de ayudar a que la medicina alcance logros que hasta hace unos días nos parecían inaccesibles, porque multiplica nuestra capacidad de investigación, pero también es capaz de desviar nuestra atención hacia realidades paralelas de forma que no atendamos a lo importante. Es capaz de hacer que miremos a otro lugar distinto del que deberíamos mirar. Está bien que estemos tan informados como sea posible y tan preocupados como el asunto merece.

-¿Qué es lo importante ahora?

-Lo más importante ahora y siempre es que cada ser humano pueda vivir una vida digna, libre, bella y en particular todos deberíamos sentirnos escandalizados por que haya un solo niño expuesto a la guerra, a la violencia, a la miseria, a la falta de educación. Cada ser humano es responsable de todos los demás. Y todos lo somos de cada niño. Más importante que cualquier otra cosa son los niños de Ucrania, de Ruanda, los que se exponen al Estrecho, a las costas del Mediterráneo, los que han de atravesar desiertos para buscar un mejor horizonte y también los niños que hay en nuestras ciudades que no están siendo protegidos, que no están siendo cuidados. Eso debería estar en el centro de nuestra agenda.

-¿En qué líos teatrales anda metido?

-Ahora mismo tengo dos espectáculos que he estrenado en movimiento. Uno es 'María Luisa', que yo mismo he dirigido en el Teatro de la Abadía. Estamos muy contentos, hemos llenado cada función. Es una obra sobre la soledad, la imaginación y el deseo. Además, he escrito una obra que se llama 'Amistad', que ha dirigido José Luis García Pérez y está en gira, es sobre la amistad, el teatro y la muerte. Y estoy empezando a prepararme para poner en escena un espectáculo para el que voy a contar nada menos que con José Sacristán y Ana Marzoa, que se titula 'La colección'.

-Es el que leyó el octubre pasado en el Palacio Valdés de Avilés.

-La lectura que hice en Avilés me enseñó mucho, me hizo pensar que es una obra que puede tener interés y me llevó a una reescritura, sobre todo en la parte final. La voy a poner en escena en marzo en el Teatro de la Abadía. Parte de una pregunta que leí en entrevista a una pareja de coleccionistas en la que él decía: «Es lógico que, teniendo la edad que tenemos y no teniendo hijos, la gente se pregunte por el destino de nuestra colección». Estoy muy ilusionado y deseando ponerme a trabajar con José y Ana, que son dos gigantes.