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Yann LeCun y Demis Hassabis, dos de los cuatro premiados con el Princesa de Investigación por sus aportaciones en el campo de la Inteligencia Artificial -y, más concretamente, en el del 'deep learning'-, están seguros de algo: «Las máquinas serán más inteligentes que ... el ser humano, sin ninguna duda. No sabemos cuándo ocurrirá, pero sucederá». Y, en palabras de LeCun, científico jefe de Inteligencia Artificial (IA) en Facebook, «es también casi seguro que tendrán emociones, conciencia, sentido moral...». Que podrán «predecir lo que va suceder, fijarse objetivos y planificar acciones para conseguirlos».
De ese futuro más o menos próximo hablaron LeCun y Hassabis anoche en La Vega, donde expusieron sus revolucionarios trabajos. Una charla apasionante en la que se enfrentaron a una de las preguntas que más les hacen allá por donde van: «¿Será entonces posible una rebelión de las máquinas, que los robots puedan volverse contra los humanos?». Casi la única para la que no tienen respuesta: «Nunca sabemos cómo contestar a eso y es verdad que da un poco de miedo», admitieron. Aunque LeCun se esforzó por transmitir calma. «En primer lugar, porque, a día de hoy, no tenemos sistemas de IA que posean la capacidad de dominar el mundo». Y, si ese momento llega, «se podría limitar su funcionamiento para que cumplan con los valores humanos». Pero es que, además, «el deseo de dominar el mundo no suele estar relacionado con la inteligencia. Tenemos ejemplos en la escena política mundial todos los días», añadió el informático, quien puntualizó, de paso, que «es más bien un deseo humano» y que «otros animales como los orangutanes no necesitan dominar a los demás. Únicamente, apartarlos de su territorio. A mí no me preocupa en absoluto».
Otra cosa distinta sería plantearse «si una máquina extremadamente inteligente podría reprogramarse a sí misma», añadió, también dejando la incógnita en el aire. Porque, según Hassabis, «aún es pronto para saber muchas cosas, pero vamos a tener muchas más respuestas en la próxima década», para la que pronosticó enormes avances, que deberán ir acompañados de reflexión y mecanismos de control: «Como sociedad, tendremos que debatir para qué y cómo vamos a aplicar la IA. Hay que pensar en la seguridad y la ética y proceder con cautela».
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Pero, al margen de escenarios que parecen de ciencia ficción y de un horizonte «en el que las máquinas aprenderán como los animales y los humanos, que es lo que necesitamos», a lo que asistimos es a una auténtica revolución cotidiana. Porque -como recordó LeCun- «el 'deep learning' puede hacer ya cosas increíbles» en terrenos como la medicina o el reconocimiento de imágenes y lenguajes, «que permite interactuar a muchas personas ciegas y sordas».
Así que, hoy por hoy, «la IA es una forma de democratizar la tecnología y de acelerar el progreso, de beneficiar a la humanidad, sin la que muchas empresas se desmoronarían». De la lucha contra el cambio climático a la conducción autónoma. Y vayan olvidándose de acceder al móvil con su huella: «Dentro de unos años, ya no tendremos móviles, sino gafas que nos permitirán sobreponer información en ellas. Serán un ayudante virtual con el que hablemos».
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