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Philip Felgner (Michigan, Estados Unidos, 1950) transmite, en cada palabra, su pasión por la ciencia y el orgullo de que la sociedad haya tomado conciencia de su importancia. El domingo llegó a Oviedo y, desde entonces, es incapaz de disimular la alegría que le produce ... estar a punto de recoger el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, la luz tras décadas de trabajo en la sombra.
-¿Qué ha supuesto para usted recibir este galardón?
-Sin lugar a dudas es una experiencia fantástica, es maravillosa. Es muy poco frecuente que las ciencias vivamos algo así porque estamos acostumbrados a que solo el 10% de lo que hacemos, en nuestro día a día, tenga un resultado positivo. Todo esto ha sido muy gratificante y nos ha motivado muchísimo a todos los que trabajamos en el laboratorio. Este galardón nos ha dado un empujón y tiene un sentido profundo, que es el gran impacto que ha tenido en el mundo.
-La pandemia puso de manifiesto la capacidad de reacción de la ciencia cuando, en muy poco tiempo, hubo vacunas. ¿Cómo fue posible desarrollarlas tan rápidamente?
-Fue posible gracias al esfuerzo continuo. Estas vacunas han sido el resultado de la confluencia de muchísimas ciencias distintas de muchísimos ámbitos. Los siete galardonados que estamos aquí nunca nos rendimos y lo intentamos hasta alcanzar la solución.
-¿Vamos a vivir más pandemias?
-Sí, sin lugar a dudas, va a haber más, pero también es increíblemente maravilloso que podamos hacerles frente. El problema que ha habido con las farmacéuticas, en la relación con las pandemias, es que no veían la manera de rentabilizar sus productos si esas pandemias eran de corta duración. En este caso, sin embargo, las farmacéuticas financiaron con 10.000 millones de euros la fabricación de la vacuna, su desarrollo y pronto vieron el margen comercial de beneficio económico. Así que, hoy por hoy, ya se sabe cómo dar respuesta a una pandemia, las farmacéuticas ya saben cómo desarrollar un producto viable comercialmente, financieramente rentable y eficaz. Es una nueva era.
-Aún hay quienes desconfían de las vacunas, especialmente en algunos países, ¿a qué cree que se debe?
-Es una cuestión cultural. Cada país tiene uno niveles de respuesta y eso es por las diferencias culturales. Aquí, en España, hay una gran tasa de vacunación, mientras que en Estados Unidos -pese a ser un país del que han surgido muchas vacunas de éxito- la tasa de inmunización no es tan alta. Creo que España es un país donde la ciudadanía confía en los mensajes que les trasnmite el Gobierno, sin embargo, en Estados Unidos siempre ha habido un segmento independiente que no escucha lo que les dice su gobierno. No obstante, la situación ya ha mejorado y en EEUU ya tenemos cifras en torno al 78%.
«La fabricación de vacunas no es un problema en realidad. Lo que hay es más bien un problema político de distribución de las vacunas», señalaba ayer Philip Felgner, ante los medios. «Ahora tenemos que conseguir que la vacuna sea accesible en todo el mundo», proseguía.
Felgner se marcaba ese reto y coincidía, al mismo tiempo, con las palabras de su colega Drew Weissman, también Premio Princesa de Investigación Científica y Técnica, quien aseguraba que esta situación viene de lejos. «Llevamos luchando por la igualdad de vacunas desde hace mucho tiempo, desde antes de que apareciera el covid», indicaba. «Hasta que no consigamos que todo el mundo se vacune, no acabaremos por controlar esta infección», aseguraba. Por eso, para él, una tercera dosis es «necesaria para conseguir un nivel de inmunidad lo suficientemente alto», pero no debemos olvidarnos de quienes no tienen ninguna, que aún son muchos. «El resto del mundo tiene que poner en marcha su programa de vacunación o, sino, no terminaremos de controlar la pandemia», relataba.
Presente de la ciencia
El desarrollo de las vacunas para combatir la covid ha marcado un antes y un después en la investigación, que hará que en el futuro se desarrollen más antídotos contra otras enfermedades. «Yo creo que en este punto de la historia científica, muchas veces, se habla de tecnología disruptiva porque todo se está haciendo más rápido, mejor y más económico», consideraba Felgner.
-¿Han tomado conciencia con el tiempo?
-Al principio, era legítimo preocuparse por los efectos secundarios de la vacuna, pero ahora el mundo se está empezando a dar cuenta de que contraer la infección es peor.
-¿Es importante vacunar en todos los países para evitar que surjan nuevas cepas?
-Sin lugar a dudas. Por ejemplo, el continente africano está infravacunado, aunque eso quizá tiene que ver con que no están padeciendo, en la misma medida, las consecuencias de la pandemia. Creo que la solución pasa por una estrategia a largo plazo, en la que se fabrique ARN mensajero en todo el mundo y se distribuya en todo el mundo, de manera que sea accesible. Su fabricación es muy sencilla, contrariamente a lo que pasa con los anticuerpos monoclonales, que también se ha demostrado que son eficaces para el covid. Por ejemplo, para tratar el covid mundial sería necesario fabricar 40 toneladas de anticuerpos monoclonales todos los meses, sin embargo solo se necesitarían 2000 litros de ARN mensajero. Si comparamos esto con la fabricación de cerveza, vemos que en las microcerveceras se fabrican 400.000 litros de cerveza al año. Estas cifras suponen una auténtica revolución.
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