ANA RANERA
OVIEDO.
Jueves, 27 de octubre 2022, 02:56
Las risas nerviosas y las carreras se sucedían ayer en la Fábrica de Armas de La Vega. Allí un nutrido grupo de escolares esperaba impaciente la llegada de los Premios Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica Yann LeCun y Demis Hassabis. Después ... de mucho tiempo estudiando sobre ellos, los niños tenían por fin la oportunidad de enseñarles los dibujos que habían hecho dentro de la actividad 'Máquinas que piensan y aprenden'. En esta propuesta, la Fundación animaba a los estudiantes a exprimirse las ideas e imaginar posibles usos de la inteligencia artificial.
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Un buen ejemplo de originalidad fue el de Manuel Peláez, del C. P. Poeta Ángel González, quien ideó el chip 'Parlanimal', con el que las mascotas hablarían el mismo idioma que los humanos. «Además es resistente al agua por si tienes que bañar a tu gato o a tu perro», apuntaba el pequeño. Da gusto con tanto detalle y, además, parece que este niño no anda nada desencaminado. «Esto ya se hace con delfines y con ballenas y quizá algún día también con gatos», le comentaban.
Está claro que la naturaleza importa (y mucho) a los peques, porque Nayeli, del San Lázaro, imaginó un guardabosques robótico. «Cuida los montes, purifica el aire y recoge la basura. Además, tiene una pantalla que va recolectando información», contaba a unos interesados premiados. Y más allá del medioambiente, a los niños asturianos les preocupa la integración social. Quedaba demostrado con el dibujo de Sara Méndez, del Luisa de Marillac. «Diseñé una aplicación pensando en las personas que tienen un día a día muy difícil porque son sordos y ciegos», explicaba. «Pensé que los sordos podían hacer gestos a la aplicación y que los ciegos los recibiesen con sonidos».
Leyre Tricas, del Corazón de María, miró, sin embargo, hacia quienes necesitan prótesis de mano y Marta López, de El Buen Consejo, se fijó en el reconocimiento facial de los móviles. Marina Fernández, del Palacio Valdés, dibujó un aparato que reconoce las proteínas y prometía que «siempre he querido ser científica como mis padres». De casta le viene al galgo. Por lo pronto, LeCun y Hassabis se fueron de allí sabiendo que su profesión tiene cantera en Asturias porque, como ellos mismos reconocieron, «son muy buenos trabajos».
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