Carolina Marín: «Abracé a mi preparador físico y seguí con el trabajo»

-¿Cómo recibió la noticia?

-Ha sido un poco susto, aunque, después, también ha sido mucha emoción. Yo no sabía ni que estaba nominada ni que se fallaba el galardón. Yo estaban entrenando y, a las once de la mañana, justo cuando estaba haciendo un descanso, cogí el móvil y vi dos llamadas y cinco mensajes de mi madre, en los que me decía que cogiera el teléfono, que era urgentísimo. Me asuste. La llamé, pero me colgó, y recibí otra llamada de un número desconocido. Era de un miembro de la Fundación. No me lo creía. Empecé a llorar de emoción. Llamé a mi madre, pero ninguna de las dos pudo articular ni una palabra de lo emocionadas que estábamos. Solo oí lágrimas. Después le di un abrazo a mi preparador físico y le dicho que soy Premio Princesa, Y, a continuación, he vuelto a entrenar...

-Su candidatura la presentó el director de Casa Asia, Javier Parrondo.

-No tenía ni idea. ¿Casa Asia? Ha pasado todo tan rápido que no he tenido tiempo aún de asimilarlo.

-El jurado la ha distinguido por «su extraordinario palmarés y por ser un ejemplo de superación y transmisión de valores.

-Estoy muy agradecida por esas palabras tan bonitas, por este reconocimiento a mi carrera deportiva, a todo lo que lleva detrás porque siempre digo que las medallas son muy bonitas, pero poca gente conoce el esfuerzo, toda la dedicación que hay detrás, todo el sacrificio y las renuncias que tenemos que hacer.

-El fallo también resalta el hecho de haber sido la primera campeona olímpica no asiática.

-Sí, así es. Mi deporte es mayoritariamente asiático. Este deporte allí es como aquí en España el fútbol. Que de repente haya una española que rompa con esa barrera es algo muy fuerte.

-2024 está siendo un buen año.

-No ha empezado nada mal. De los cuatro torneos en los que he competido, he ganado tres y ahora ha llegado este premio.

-Su amiga Laura, con la que iba al colegio y a clases de flamenco, le descubrió el bádminton.

-Uno de los cientos de mensajes que he recibido ha sido de Laura. Le he dicho que esto es culpa de ella. Si ella no me hubiera llevado ese día a jugar bádminton, quizás no estaríamos hablando hoy.

-Ha dicho que en su primer torneo era muy mala...

-En el primer torneo, no. Yo era muy mala en general (risas).

-Los números dicen que es la mejor jugadora del mundo.

-No sé lo que dirán. Yo sigo haciendo lo mío. Que la historia se escriba sola.

-Y que no se rinde nunca.

-Eso es lo que dicen y lo que parece ser. De momento, no me quiero rendir.

-No todo han sido sonrisas. Ha habido malos momentos.

-El camino de un deportista no es de rosas. Todas esas molestias, dolores... Nadie lo sabe ni lo sufre. Solo nosotros. Con las lesiones graves llegan las inseguridades, miedos...

-Dicen que lo más difícil no es llegar a la cima, sino mantenerse. Usted ha subido, bajado, subido otra vez...

-Lamentablemente he vivido esa especie de montaña rusa por las lesiones. Si no las hubiera tenido, no sé qué hubiera pasado porque es la incógnita de la vida.

-La Federación Española le tira flores.

-Gracias por sus palabras, pero me hubiera encantado que hubieran hecho más trabajo para seguir fomentando el bádminton. Me gustaría que, una vez Carolina Marín cuelgue la raqueta, se siga hablando de bádminton en España.

-¿Tiene la sensación de que tiene que ganar siempre?

-Carolina quiere ganar siempre. Pero una cosa es que yo quiera y otra que tenga. Nadie me obliga a nada y mucho menos me quiero obligar yo a nada. En lo que me centro es en crecer y seguir mejorando.

-Estos éxitos exigirirán jornadas maratonianas...

-Paso muchísimas horas en el pabellón, le dedico mucho tiempo, pero también sé que obtengo muchas recompensas.

-Y, ahora, los Juegos, el sueño que le arrebataron en Tokio.

-Es algo en lo que sueño cada día. Es lo que me da esa motivación y energía para afrontar cada entrenamiento, que son muy duros. Pero quiero obtener esa recompensa en París.

-Estará en octubre en el Campoamor, ¿verdad?

-Claro, espero estar, que no pase nada, para recibir este premio en persona.