Premio Princesa de Asturias de los Deportes

Carolina Marín: espíritu de superación dentro y fuera de la pista

Duros reveses. Con un palmarés al alcance de muy pocos, ha sabido sobreponerse a serias lesiones y desgracias personales para volver una y otra vez a competir y ganar

Martes, 22 de octubre 2024, 22:50

Conseguir un palmarés como el que tiene Carolina Marín no es sencillo. Caerse por culpa de una lesión grave o un problema personal sobrevenido como la muerte por accidente de un ser querido y lograr volver a levantarse una y otra vez, tampoco. Carolina Marín, la jugadora de bádminton más importante de la historia de España y una de las mejores del mundo, sabe bien lo que es ganar, pero también que su vida se vea frenada en seco después de sentir un crujido en el cuerpo o en el alma. La campeona en los Juegos Olímpicos de Río 2016, tres veces ganadora del Campeonato del Mundo, siete del de Europa, la mujer que ha levantado los trofeos más importantes del ámbito del bádminton, con dos All England en su palmarés, no es solo un ejemplo de ambición y rendimiento deportivo, también de una forma de entender la vida en la que no cabe otra que seguir luchando.

La carrera de Carolina Marín ha sido meteórica. Con 21 años fue campeona del mundo, entrando en un territorio dominado hasta entonces por las jugadoras asiáticas.Al año siguiente, repitió éxito y con solo 23 se hizo con el oro en Río 2016. El mundo ... puesto a sus pies y todo el campo abierto para seguir galopando por el camino de la historia. Casi tres años después, el 27 de enero de 2019, llegó el primer crujido. Estaba en Indonesia, disputando la final del Masters de este país. Iba ganando, pero su rodilla derecha dijo basta: tenía roto el ligamento cruzado anterior. Intentó volver a la pista, pero ahí fue consciente de que el torneo se había acabado.

Publicidad

Pedro Guillén, reputado especialista en lesiones de rodilla, fue quien se hizo cargo de la operación. A los ocho días de salir de quirófano, Carolina Marín ya estaba entrenando con quien es su preparador desde que con 14 años dejó Huelva para instalarse en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, Fernando Rivas. Dos sillas contra la pared, una para sentarse, otra para mantener en alto la pierna dañada, fueron el soporte utilizado para que Carolina Marín empezara a golpear volantes.

Este contenido no puede visualizarse correctamente en este formato. Ver experiencia completa

Fueron siete meses de dura recuperación no solo física, también mental. Con el apoyo de María Martínez, su psicóloga deportiva, y de Fany Barembaum, quien entonces se ocupaba de su psicología personal, la jugadora fortalecía su mente a la vez que rehabilitaba su rodilla. «Cuando el médico me enseñó la resonancia y escuché la palabra roto, me rompí entera. Salí de la clínica llorando, pero en el coche de camino a casa dije: vale, esto es lo que hay, mañana te operan. Ahí cambié el chip: si tu cuerpo está bien, la rodilla va a ir a mejor; si te quedas en casa llorando y deprimida, mandas mensajes negativos a la rodilla», comentó entonces la jugadora.

El objetivo era llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, pero la pandemia de covid frenó al mundo en seco. Ese fatídico año le tenía reservado un golpe aún más duro que una lesión. En febrero, su padre sufrió un accidente laboral. Las secuelas del siniestro acabaron por segarle la vida. Murió en el mes de junio. Trabajo físico y mental y el apoyo de su gente fueron fundamentales para que la jugadora onubense se recuperara. En su punto de mira estaban los Juegos Olímpicos de Tokio, que se retrasaron a 2021. Un mes antes de que Saúl Craviotto y Mireia Belmonte portaran la bandera de la delegación española en la capital nipona, la rodilla izquierda de Carolina Marín fue la que crujió esta vez. «En el momento en el que hice el gesto escuché el crujido. Me he roto, me he roto, le dije a Anders. Me agobié muchísimo. Ya sabía que todo estaba en peligro y más cuando me llevaron al hospital y me hicieron la resonancia. Lo que no me esperaba es que, además, tuviera los dos meniscos rotos».

Publicidad

Vuelta a empezar. Otra vez el quirófano, otra vez las limitaciones, otra vez la rehabilitación y, por delante, una certeza:no iba a poder defender su oro olímpico en Tokio ni tampoco optar a ser campeona del mundo de bádminton en su casa, en Huelva, sede en 2021 de la competición.

La campeona onubense regresó a las pistas y lo hizo con muchas metas por delante. Apoyada en su equipo técnico, en su psicóloga deportiva, Carolina Marín volvió a competir batiendo otra marca: ningún jugador de bádminton ha conseguido superar dos lesiones de rodilla. Ella sí, y lo hizo además siendo competitiva. En 2023 se convirtió en la campeona de los Juegos Europeos y el pasado 17 de marzo alzaba su segundo All England, el que pasa por ser el torneo más prestigioso de bádminton en el mundo. Nueve años habían pasado desde que se coronase por primera vez en Birmingham. Por el medio, un sinfín de trofeos, dos rodillas rotas y un agujero en el alma. «Tuve que llegar a aceptar un dolor que no quería tener, levantarme por las mañanas y ver qué tipo de dolor tenía ese día. Teníamos que cambiar constantemente los entrenamientos y el dolor me generaba frustración», declaró a 'Relevo'.

Publicidad

Haciendo un ejercicio de superación, olvidando los dolores y recuperando el espíritu que la había llevado a ser una campeona, consiguió regresar a lo más alto, volver a ser «una loba en la pista», como ella misma se define.

El éxito de marzo catapultó de nuevo a la jugadora, que estaba convencida de su capacidad para volver a colgarse un oro al cuello en unos Juegos Olímpicos, los de París, que acabaron para ella de la peor forma posible. En semifinales, con la china He Bing Jiao enfrente y dominando el marcador con claridad, su rodilla derecha volvió a quebrarse. «Me he roto», dijo de nuevo nada más caer al suelo. En un instante su cerebro fue capaz de reconocer una sensación que la retrotraía a 2019. Entre lágrimas, pero en pie, abandonó la pista, dando muestra una vez más de por qué se le ha concedido el Princesa de los Deportes. A su palmarés, a su rendimiento en la pista, a su lucha y su entrega suma haberse convertido en «un ejemplo de superación, fuente de inspiración y transmisora de valores, dentro y fuera de la pista», como reza el acta del jurado que concede el galardón.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3 meses por solo 1€/mes

Publicidad