Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2023
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Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2023
Medicamentos olvidados: seis enfermedades, doce tratamientosHasta hace muy poco tiempo, las únicas formulaciones disponibles para bebés y niños con VIH eran amargas, con un alto contenido de alcohol y necesidad de conservación refrigerada. La Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas (DNDi, por sus siglas en inglés) se puso a investigar y desarrolló un nuevo tratamiento, de fácil administración, más agradable de tomar y especialmente útil para las comunidades más pobres de África.
Un fármaco con sabor a fresa que es la esencia misma de esta organización sin ánimo de lucro, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Cooperación Internacional por sus veinte años de labor científica y solidaria en favor de los enfermos olvidados por la industria farmacéutica convencional. «Nadie debería sufrir por falta de tratamientos adecuados porque su enfermedad no es rentable», defiende la ong, que está haciendo historia en el campo de la ciencia al proporcionar soluciones médicas efectivas, seguras y asequibles a los pacientes de las poblaciones más desfavorecidas del mundo.
Igual que con el VIH infantil, la organización buscó alternativas terapéuticas para la 'enfermedad del sueño', transmitida por la mosca tse-tse, y dio con el fexinidazol, que se ha convertido en el primer tratamiento totalmente oral para esta enfermedad parasitaria cuyo único remedio disponible era un derivado del arsénico. Hizo lo mismo con la malaria, hasta encontrar dos combinaciones farmacológicas que han resultado ser revolucionarias.
También con la hepatitis C, proporcionando un antiviral bien tolerado por las poblaciones más difíciles de tratar y mucho más barato. Y con la enfermedad de Chagas, una infección potencialmente mortal contra la que se creó el primer fármaco pediátrico. O con la leishmaniasis visceral, que hace estragos en Asia, y para la que DNDi ha llegado a formular cuatro medicaciones distintas, más cortas, seguras y cada vez más efectivas.
Así, hasta doce tratamientos distintos, dirigidos a seis enfermedades graves, que causan millones de muertes en los lugares del mundo más desatendidos por los sistemas de salud y la investigación científica. «Innovamos para salvar vidas, para asegurar que todos tengan acceso a los frutos del progreso científico independientemente de sus ingresos o de dónde viven», es el propósito de la organización que recibe el Premio Princesa de Asturias a la Cooperación Internacional.
Es el balance de una organización cuya mayor conquista, más allá del número de tratamientos ya descubiertos, es haber demostrado que «existe una manera de hacer investigación y desarrollar medicamentos diferentes a la tradicional, basada fundamentalmente en el lucro». DNDi calcula que una de cada cinco personas en el mundo, de las cuales quinientos millones son niños, sufre al menos una enfermedad desatendida. Pero sólo se destina a su tratamiento una pequeña fracción de la investigación y el desarrollo farmacéutico porque no resulta rentable en términos económicos. Para tratar de corregir este desequilibrio, que afecta principalmente a los países y comunidades más pobres, Médicos sin Fronteras (MSF) dedicó parte del dinero recibido por su Premio Nobel de la Paz de 1999 a explorar un modelo alternativo. Ese gesto dio lugar a la fundación, en 2003, de la Iniciativa Medicamentos para Enfermedades Desatendidas, fruto del empeño de Médicos sin Fronteras y de otras seis instituciones internacionales: la Organización Mundial de la Salud, el Consejo Indio de Investigación Médica, el Instituto de Investigación Médica de Kenia, la Fundación Oswaldo Cruz de Brasil, el Ministerio de Salud de Malasia y el Instituto Pasteur (Francia).
Dos décadas después, han conseguido tejer una red formada por más de 200 socios de cuarenta países, que ponen la ciencia y la innovación al alcance de personas que viven en situaciones socioeconómicas muy deficitarias. Esta organización acomete un promedio de veinte estudios clínicos al año y tiene nueve proyectos de I+D en fase muy avanzada, dentro de un plan estratégico que se marca como desafío desarrollar una decena de medicamentos nuevos antes de cumplir su aniversario de plata.
DNDi se plantea, asimismo, ampliar el catálogo de enfermedades desatendidas que son objeto de estudio, incluyendo la mordedura de serpientes o la esquistosomiasis, una infección crónica causada por gusanos, muy frecuente en las comunidades rurales y que afecta a unos 250 millones de personas.
Actualmente, la organización centra su trabajo en la 'ceguera de los ríos' o filariasis, la 'enfermedad del sueño', la leishmaniasis cutánea y visceral, la enfermedad de Chagas, la hepatitis C, la malaria, la meningitis criptocócica, el dengue, el VIH, el micetoma, y, en los últimos años, también el covid.
Para tratar de dar respuesta a este conjunto de patologías, que tienen en común su gran impacto sobre las poblaciones más empobrecidas de Asia, África y America Latina, DNDi entabla relaciones de colaboración público-privada con instituciones, empresas farmacéuticas o centros de conocimiento e investigación de todo el mundo. «Su plan ambicioso mejorará la salud y salvará millones de vidas», valoró el jurado del Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional.
Optaban al galardón más de 30 candidaturas de 16 nacionalidades. La de DNDi se tomó en consideración a propuesta del presidente de la Real Academia de Medicina de España, Eduardo Díaz-Rubio García, con el apoyo, entre otros, de Françoise Barré-Sinoussi, Nobel de Fisiología en 2008, y Christos Christou, presidente internacional de Médicos Sin Fronteras, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1991.
El fallo del jurado fue unánime. «Gracias por dar una visibilidad tan destacada a los millones de personas desatendidas por la investigación farmacéutica tradicional», agradece el doctor Luis Pizarro, director ejecutivo de DNDi.
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