Dicen que la soledad aclara las ideas. Y algo así le debió de pasar a Ellen MacArthur, flamante Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional del año 2022, cuando, durante la circunnavegación que hizo en el año 2005 por todo el mundo, comprendió la importancia ... y el valor del aprovechamiento óptimo de los recursos. De aquel viaje en vela en solitario, MacArthur salió con las ideas claras porque se dio cuenta de que tenía que sobrevivir con el combustible, la ropa y la comida que tenía en el barco, lo cual la condujo a reciclar y aprovechar todo hasta el último extremo. Pero lo realmente importante de la reflexión que Ellen hizo en aquellos momentos fue que extrapoló aquella situación al globo terráqueo y a la economía del mundo entero, poniendo en marcha la fundación que hoy lleva su nombre, la cual defiende la importancia de la economía circular. Pero, ¿qué es exactamente la economía circular?

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La idea de fondo es dar un giro radical al concepto tradicional de producción y consumo, en el que solo importa la maximización del beneficio individual, sin importar el esquilmar los recursos, yendo hacia un modelo en el cual lo que se trata es de aprovechar todo tipo de residuos y productos obsoletos, para producir nuevos productos, dando lugar así a un bucle infinito. Esa es la idea central de la denominada economía circular, en la cual, llevada al último extremo, los residuos desaparecerían, ya que todo sería aprovechable.

La economía circular se sostiene sobre cuatro conceptos que dan lugar a las conocidas como 4 'R', o sea: reducir, reutilizar, reparar y reciclar. Aunque ahora está de moda añadir nuevas erres como rediseñar, renovar, etcétera. Las ventajas de este planteamiento en cuanto a ecología y sostenibilidad son obvias. Otra cosa es el coste que puedan tener esos productos para el bolsillo de un ciudadano.

En el fondo, la economía circular solo evidencia el funcionamiento de la naturaleza, compuesta por un todo armónico donde todo encaja y nada se desperdicia. Pero el problema es que esa misma naturaleza es darwinista y no está claro cómo implantar estas ideas de forma económica eficiente. De hecho, muchos de los productos que provienen del sudeste asiático, todos sabemos que están hechos con mano de obra semiesclavista, lo cual nos repugna a todos, pero no nos impide comprar esos productos en detrimento de otros que se producen aquí, respetando derechos laborales. El ser humano es así.

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La idea de Ellen MacArthur está de máxima vigencia en un momento en el que la dependencia energética de Europa roza lo patético y donde las fábricas de coches están semiparadas porque en Occidente ya no producimos ni los componentes electrónicos necesarios. Un continente en el que reina la burocracia improductiva. Detrás de la idea de la economía circular, hay un ligero componente antiglobalización y una fuerte apuesta ecológica. El problema es que las apuestas individuales en economía no funcionan. Tiene que ser un planteamiento colectivo de todos los países y eso roza la utopía. Y la economía y la vida son darwinistas al máximo, aunque así hemos llegado hasta aquí y no hace mucho frotábamos una piedra contra otra para obtener fuego.

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