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AZAHARA VILLACORTA
OVIEDO.
Viernes, 10 de junio 2022, 01:05
«¿Qué descubre uno cuándo navega alrededor del mundo en solitario?», suele preguntar en sus charlas Ellen MacArthur (Derbyshire, Inglaterra, 1976), que circunnavegó el globo llevando todo lo que necesitaba consigo y que regresó de aquella travesía con nuevas perspectivas de cómo funciona el mundo, ... un lugar de ciclos estrechamente imbricados -ella lo compara con el ecosistema de un bosque- y recursos finitos, donde las decisiones que tomamos hoy afectan irremisiblemente a lo que dejamos para mañana.
La exregatista británica -que en 2005 hizo historia al completar la vuelta al mundo en solitario más rápida rubricada hasta entonces por un navegante- se alzó ayer con el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2022 por esa manera de observar los sistemas económicos mundiales e intentar frenar la cultura de usar y tirar que atenaza al planeta, el consumo desaforado, la emergencia climática.
Ya en 2003, la deportista canalizó su anhelo de un mundo más justo fundando la Ellen MacArthur Cancer Trust, que ayuda a jóvenes pacientes de cáncer a través de la navegación, pero en 2010 fue un paso más allá y creó la Fundación que lleva su nombre. Una organización sin ánimo de lucro que tiene como objetivo cambiar los hábitos de producción y consumo de la economía mundial y acelerar la transición hacia la llamada economía circular. Un modelo que propone un cambio sistémico en la producción industrial para un mejor aprovechamiento de los recursos, basado en la reducción, la reutilización y el reciclaje de materiales. Las famosas tres 'R'. Una de las más importantes luchas en favor de un desarrollo sostenible y que hoy empieza a tener un relevante peso en cada vez más agendas de gobiernos, empresas y organismos internacionales.
Y, en este mundo incierto en el que los componentes electrónicos escasean y el precio de los combustibles anda por las nubes, la Fundación Ellen MacArthur se ha convertido en un referente en la batalla por una mejor utilización de los recursos, al introducir los principios de la economía circular en la misión de estas instituciones.
En cuanto a sus ámbitos principales de investigación y participación, son fundamentalmente cuatro, empezando por su proyecto de alimentos, que reúne y estimula a los actores clave del sector para hacer sostenible el sistema de producción y consumo de comida, y siguiendo por la iniciativa 'Nueva Economía del Plástico', que persigue la reducción del uso de este material.
La tercera pata del proyecto es la que tiene que ver con la moda (en 2018 presentó la campaña 'Make Fashion Circular' junto con la diseñadora Stella McCartney y el apoyo de otras firmas de ropa, que analiza y promueve la necesidad de la transformación hacia un sistema que utilice mejores materiales, promueva la producción sostenible y fomente la reutilización de recursos dentro de la voraz industria textil) y, por último, la lucha frente al cambio climático a través de los principios de la economía circular para la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero y otros elementos contaminantes.
En paralelo, la Fundación Ellen MacArthur ofrece una serie de recursos informativos y plataformas educativas orientadas a empresas, emprendedores o agentes públicos, y organiza encuentros y actividades de divulgación y formación para difundir sus ideas y objetivos. Y también publica informes y programas, todos disponibles de forma gratuita. Y todo, con un equipo diverso formado por personas de más de 25 nacionalidades cuya sede se encuentra en la Isla de Wight (Reino Unido) y que ya actúa con socios de América Latina, América del Norte, Asia y Europa.
Fruto de sus esfuerzos, en 2020, alumbraron un gran éxito planetario, cuando políticos, directivos y otras personalidades se unieron para promover una recuperación económica tras la crisis provocada por la pandemia a través de un uso responsable de los recursos y la economía circular. Y, en febrero de 2022, la Fundación lanzó, junto con WWF (Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1988), una campaña para pedir a los líderes mundiales un gran acuerdo internacional para la reducción de plásticos. Pues bien: solo un mes después, los representantes de ciento setenta y cinco países participantes en la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, celebrada en Nairobi (Kenia), acordaron la creación del primer tratado internacional jurídicamente vinculante contra la contaminación por plásticos, considerado por Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, el pacto internacional ambiental más importante desde el Acuerdo de París contra el Cambio Climático (Princesa de Cooperación 2016).
Así que ayer el jurado del galardón cerró el círculo al aplaudir por unanimidad a Ellen MacArthur por su impulso decidido «para cambiar el actual paradigma de producción y consumo mediante un aprovechamiento de los recursos basado en la reducción, la reutilización y el reciclaje de materiales de forma sostenible» y por «su capacidad de promover alianzas con gobiernos, empresas, instituciones científicas y sociedad civil». Un afán que «ha contribuido a forjar el primer gran acuerdo internacional que será jurídicamente vinculante contra la contaminación por plásticos». Y, en suma, su ingente labor «para fomentar un cambio en la cultura de producción y consumo responsable en la industria textil, entre otros de sus grandes compromisos».
Un reconocimiento que se suma a otros muchos (a sus 45 años, MacArthur es Dama Comendadora de la Orden del Imperio Británico y Dama de la Legión de Honor Francesa, además de miembro del Club de Roma y de la junta de la Plataforma para la Aceleración de la Economía Circular en colaboración con el Foro Económico Mundial) y que ella recibió como «un gran honor» y con una llamada a la acción: «Ante desafíos globales como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, el trabajo de la Fundación Ellen MacArthur para acelerar la transición hacia una economía circular regenerativa, en la que eliminar los residuos y la contaminación, hacer circular productos y materiales y regenerar la naturaleza, nunca ha sido más vital. Estoy encantada de ver que el Premio reconoce este hecho y me siento honrada de unirme al elenco de distinguidos galardonados anteriores».
Hace más de tres lustros, Ellen MacArthur empleó 71 días, 14 horas y 18 minutos en recorrer más de 27.000 millas, una singladura que partió de la ciudad bretona de Ushant y la llevó por el Cabo de Buena Esperanza, el sur de Australia y Nueva Zelanda, Tierra de Fuego y de regreso a Ushant tras haberse convertido en un personaje popular al aparecer en una regata transatlántica como la chica con un tesón a prueba de tempestades capaz de competir con los marinos más avezados de la Tierra.
Hoy, esta mujer nacida en la comarca sin costa de Derbyshire -que se sintió fascinada desde niña por las lecturas sobre mares y navegación, que llegó a ahorrar el dinero que sus padres le daban para comprar su primer bote y que con solo 18 años ya había dado la vuelta a las islas británicas como navegante solitaria- sabe mejor que nadie que el tiempo apremia.
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