Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2023

Mary's Meals, el cole que cocina educación y vida

Alice es madre. Tiene seis hijos. Y también es abuela, como prueban sus cinco nietos. Vive en una población de Zambia de tan difícil acceso como pronunciación: Mnkhanya. Una población pobre, muy pobre. Hasta el punto de que la escuela no es ya solo un lujo, sino un lugar de difícil acceso debido a su ubicación, entre ríos caudalosos plagados de cocodrilos. Pero Alice no tiene miedo. Se levanta cada día a las 5 de la mañana, salvo que sea temporada agrícola, «cuando me tengo que levantar antes para ir con mi marido al campo». Madruga todo el año para salir «de mi casa a las seis de la mañana hacia la escuela».

No acude ella como alumna. Es Alice una de las voluntarias del Comité Escolar de Salud y Nutrición que se encarga de que los alumnos de la Escuela de Primaria de Mnkhanya tengan garantizada una comida, una buena comida, cada día. «Cuando llego a la escuela, mis compañeros voluntarios y yo nos repartimos el trabajo para que la comida esté lista a tiempo. Uno va a buscar agua, otro barre la cocina y el último corta los troncos en trozos más pequeños para que quepan en el fogón», una tarea que, explica, les ocupa hasta las ocho, «cuando empezamos a preparar las gachas».

Son las gachas, mezcla de harina y leche o agua, además de vitaminas complementarias, el plato principal de los alumnos. Un cole que no solo alimenta la educación, sino también la vida. Porque desde 2014, Mary's Meal se encarga de captar voluntarios como Alice para que en 725 colegios de Zambia haya, cada día, sin faltar uno, un plato de comida para cada alumno.

Esa es la filosofía fundacional y el objetivo diario de la ong escocesa que se ha alzado con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2023. Una entidad fundada en 2003 por Magnus MacFarlane-Borrow y que ya está presente en 18 países.

La labor tiene su génesis en una visita que el fundador realizó a Malawi en 2002. MacFarlane-Barrow, de familia católica y piscicultor de profesión, en 2002, durante un viaje de ayuda a Malawi, conoció a un chaval de 14 años. Edward y sus seis hermanos estaban sentados junto a su madre, que se moría de sida. Al preguntar al adolescente qué le gustaría hacer en el futuro, Edward lo tuvo claro: «Tener suficiente comida e ir un día al colegio».

Y con Edward en la mente, MacFarlane-Barrow decidió que había que multiplicar esfuerzos en que los críos tuvieran ambas cosas: comida y educación. En 2003, la ong empezó a dar comidas escolares a unos 200 escolares de Malawi. Diez años después, da comidas a 2.429.182 alumnos en 18 países.

Porque tras Malawi, Mary's Meal llegó con su proyecto a la India (2004), Kenia (2005), Haití y Liberia (2006), Myanmar, Sudán del Sur y Tailandia (2008), Ecuador (2010), Benín (2011), Zambia (2014), Líbano (2016), Siria (2017), Madagascar y Zimbaue (2018), Níger (2020) y Yemen (2021).

En 2020 llegaron a Etiopía, pero la guerra que comenzó ese mismo año en el estado de Tigray mantiene las escuelas cerradas «y hace imposible que nuestro programa funcione», lamenta la organización, que recuerda que los edificios escolares que no han sido destruidos «se han convertido en refugio temporal para los desplazados». En Madagascar, la comida llega a las cárceles en las que se hacinan niños de 8 años. Y todo generando «comunidad». Desde la galardonada entidad se deja claro que la labor de Mary's Meal pasa por crear «comunidad, los voluntarios que participan en la elaboración de las comidas son los propios vecinos».

Padres, madres, abuelos, tíos, cualquiera puede ser voluntario «para preparar y repartir las comidas entre los alumnos». Una generación de equipo que va más allá de la elaboración de comidas. «Una vez que trabajan juntos en esto, ya están preparados para hacerlo por otros retos que tenga su población».

Contraria a la donación 'postureo', no permite Mary's Meal que las personas que deciden participar como donantes hagan recorridos 'turísticos' para subir fotos a las redes sociales. «Trabajamos por la dignidad de las personas» y eso pasa por estar al lado, no delante de los beneficiarios del trabajo colectivo.

Tan claro tiene la ong que el beneficio debe ser para quien lo necesita, que su sede social sigue estando en un cobertizo destartalado en Argyll, «porque me ayuda a recordar cómo y porqué empezamos esta labor», afirma Magnus MacFarlane-Barrow.

Con el altavoz que permite el Premio Princesa de Asturias, Mary's Meal pide ayuda. Recuerda que por 22 euros al año se garantiza una comida diaria a un escolar durante todo el curso y se abre a crear red solidaria desde Asturias.

Mientras, en Mnkhanya, Alice seguirá levantándose a las 5 de la mañana, o antes si es época de cosecha, para que los alumnos de la Escuela Primaria tengan sus gachas a tiempo. «Gracias a estas gachas, sé que mis nietos comerán en el colegio», asegura. A la vez que deja clara su esperanza: «Espero que mis nietos reciban una educación y puedan cuidar de sí mismos, ¡y de su anciana abuela!».

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