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Jessica M. Puga
Martes, 20 de octubre 2015, 02:22
Si cuando la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios se hizo con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2015 hace poco más de un mes sus miles de usuarios y trabajadores fueron los rostros de la alegría no es de extrañar que ahora sean también los protagonistas de la ceremonia. La que tendrá lugar el viernes por la tarde en el ovetense Teatro Campoamor con los Reyes como anfitriones de gala. En ella estará Marina Aliva Miranda Blanco, usuaria del Sanatorio Marítimo de Gijón, para recibir el preciado galardón.
Ella es el claro ejemplo de eso de que la procesión va por dentro al asegurar que «tengo muchas ganas, pero no estoy nerviosa». Todo lo contrario que su madre, la gijonesa María Ángeles Blanco Infiesto, quien la acompañará durante la ceremonia siendo consciente de que lo que se les viene encima «es una gran responsabilidad que nos da mucha alegría y orgullo». Con 13 años, Marina Aliva Miranda acaba de comenzar su segundo curso vinculada al centro gijonés en el que continúa la enseñanza que inició en el colegio público de Cabueñes. «Desde el primer momento la atención fue increíble tanto por parte de la dirección como de los diferentes educadores, profesores y demás profesionales», asegura Blanco, al tiempo que les tilda de gente «asombrosamente amable y tratable». El centro asturiano de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios pone a su disposición, además de las clases adaptadas, talleres de autonomía personal y de destreza motora y actividades externas como la reciente visita a la feria de ganado Agropec. Si bien las nuevas tecnologías es lo que más le gusta a la joven, y en concreto, el ordenador. Una aciduria, una enfermedad metabólica, congénita y de las consideradas raras, que se manifiesta en dificultades motoras, de coordinación y de lenguaje, es la causante de esta relación entre ella y el Marítimo. Su elección de entre los centenares de usuarios corrió a cargo de la dirección técnica del centro gijonés y se materializó hace un par de semanas. «Nos llamaron para que fuéramos al Sanatorio Marítimo, lo hicimos y ahí nos contaron que habían elegido a Marina para la ceremonia de entrega de los premios y que si estaríamos dispuestos. Aceptamos porque es un orgullo poder representar al colegio y a la institución», recuerda la madre.
Su historia comenzó a escribirse en La India, donde sus padres asturianos Antonio y María Ángeles la adoptaron cuando tenía 19 meses. Fue ya en Asturias cuando los síntomas de su enfermedad se manifestaron y en el Hospital Universitario Infantil Niño Jesús de Madrid donde les dieron explicación. Esta joven, encantadora, feliz y cariñosa será la premiada más joven que se siente esta edición a la derecha del Rey, de quien dice «tiene el mismo nombre que mi tío, Felipe». El suyo, que en La India significa lo que no se puede borrar, quedará precisamente ligado para siempre a los primeros Premios Princesa de Asturias. Como quedarán los del Hermano Jesús Etayo Arrondo, superior general de la Orden; Pascal Ahodegnon, cuarto consejero general de la Curia General en Roma; María Isabel Herrero Panadero, colaboradora y doctora de la residencia de Sevilla y Guillermo Vázquez Mata, voluntario en África durante la crisis del ébola.
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