«El Premio que se nos concede fue creado para honrar valores universales. El libro, las letras, la lectura lo son en muchos sentidos. Recordemos que de ellos surgió un movimiento de ideas que al apostar por la razón, la libertad y la tolerancia creó las instituciones que aún nos rigen y gracias a las cuales podremos superar la crisis que hoy vivimos», auguró.
En su opinión, «los libros, y en general la letra impresa, se alimentan de la libertad y a la vez la amplían. La modernidad política apareció con la libertad de imprenta, con el derecho a escribir y publicar sin restricciones. Defendamos este valor fundamental, con más razón frente a los gobiernos populistas que hoy amenazan nuestra gerencia liberal y ponen en riesgo la democracia».
Recordó después que la feria mexicana «es una empresa cultural pública, creada y sostenida por la Universidad de Guadalajara. Esta fórmula parece un error para quienes desean que la suerte del libro se deje entera en manos del mercado, pero también a los gobiernos que creen que la cultura es prescindible y que los libros, la ciencia, la educación deben sacrificarse por otros ideales». Es por eso, añadió, que «nuestra Feria ha querido mostrar, por el contrario, que la cultura es una inversión, nunca un gasto. Y que el desarrollo es ilusorio si se descuida el capital humano y cultural». Dio las gracias a todas las personas e instituciones que la sostienen y «sobre todo a quienes han fungido como sus directoras durante todos estos años. Agradezco también al Dr. Ricardo Villanueva, rector de la Universidad de Guadalajara, por todo su apoyo a este proyecto».
Y acabó lanzando una frase de homenaje, de nuevo, a las letras escritas: «Vivan los libros, porque ahí donde cualquier libro hace que dos personas se encuentren, existe también la posibilidad de un mundo mejor». Unas palabras que fueron aplaudidas por los presentes en la ceremonia de entrega.
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