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La Asturias del Prado

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'Montañas del Puerto de Pajares', óleo de Carlos de Haes de hacia 1874. No está expuesto. Museo Nacional del Prado

La Asturias del Prado

La gran pinacoteca, que celebra su bicentenario y traerá este a año a Gijón un retrato de Jovellanos, atesora obras de una decena autores asturianos y un buen número de óleos con nuestros paisajes, paisanajes y personajes como protagonistas

M. F. Antuña

Gijón

Martes, 30 de abril 2019, 11:56

Es la gran pinacoteca española; es una de las grandes del mundo. Y este 2019 está de celebración. Su bicentenario se festeja acercándose más al público, mostrando sus bellezas muy de cerca. Por eso, este noviembre llegará a Gijón uno de los retratos que Goya pintó de Gaspar Melchor de Jovellanos. Pero el gran museo madrileño alberga entre sus fondos un buen número de obras de temática asturiana, algunas de ellas expuestas o conservadas en el palacio de Villanueva; otras, en depósito en otros museos, como el Bellas Artes de Asturias, el de Covadonga y su basílica, la Universidad de Oviedo o la Real Academia de la Historia, por citar solo algunos.

Es llamativo que el Prado atesore hermosos lienzos con bellos paisajes asturianos; y más curioso es aún que fuera precisamente un autor de origen belga afincado en España, que además fue maestro de Nicanor Piñole, quien firma buena parte de ellos. Se trata de Carlos de Haes. Nació en Bruselas en 1826 y murió en Madrid en 1898, no sin antes plasmar óleo sobre lienzo bucólicos paisajes patrios. Con nueve años llegó a Málaga, allí se formó en sus inicios, aunque fue en su país donde encontró el gusto por la naturaleza. De la mano de Joseph Quinaux contactó con el paisajismo de las escuelas de Namur, Tervueren y Termonde. Allí se formó su estilo artístico, del que dio buena cuenta de regreso a España.

Imagen. 'La promesa, Asturias después del temporal', de Ventura Álvarez Sala, 1903. En depósito en Oviedo.

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Imagen. 'La promesa, Asturias después del temporal', de Ventura Álvarez Sala, 1903. En depósito en Oviedo.

Su manera de hacer supuso un cambio importante en la renovación del género del paisaje en España, a través de un contacto más directo con la naturaleza. Sus paisajes eran más reales, más auténticos. Basta mirar esta página y la manera en la que retrató la Asturias del siglo XIX. Son siete los óleos propiedad del Prado de este artista, pintados todos ellos en 1874 y llegados a la pinacoteca a través de las donaciones de Jaime Morera y los discípulos del pintor al Museo de Arte Moderno. La mayoría se hallan en Madrid, aunque no expuestos, mientras que tres de esas obras se ubican en depósito en el Museo de Jaén y el Bellas Artes de Oviedo.

Hay más. Por ejemplo, otra escena costumbrista asturiana obra de Ventura Álvarez Sala en 1910 propiedad del Prado, aunque igualmente se encuentra en Oviedo en depósito. Y no es la única de este autor, con seis obras en los fondos del museo. Nacido en Gijón en 1869, donde murió en 1919, en torno a 1890 se trasladó a Madrid para formarse en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando y asistir a los talleres de Manuel Ojeda y de José Jiménez Aranda. La temática asturiana siempre estuvo muy presente en su obra, pese a que en 1900 viajó a Italia con una beca del Casino de Gijón. Premiado en varios certámenes de bellas artes, fue colaborador habitual de las revistas 'Blanco y Negro' y 'Bellas Artes'.

Los personajes tienen también su hueco. En las galerías de retratos sobresale –cómo no– Jovellanos ante el pincel siempre certero del mismísimo Francisco de Goya y Lucientes; pero hay más ilustres, como Jose María Queipo de Llano, VII conde de Toreno, pintado por Manuel San Gil y Villanueva hacia 1879, que se encuentra depositado en la Real Academia de la Historia en Madrid. También son propiedad del Prado dos importantes retratos que se hallan en el Museo de Covadonga. Se trata del 'Pelayo, rey de Asturias', de Madrazo y Kuntz, de mediados del siglo XIX, y el 'Alfonso I', que firmó en 1858 Manuel Castellano.

1. 'A la caída de la tarde', lienzo de Tomás García SanPedro, 1890. En depósito en el Ministerio del Interior./ 2. 'La salida de misa, en una aldea de las cercanías de Santiago de Galicia', de Dionisio Álvarez Fierros, 1862. En depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias. / 3. 'Acantilados de la costa Cantábrica', Juan Martínez Abades, 1920, que está depósito en el Ministerio de Exteriores, en Madrid.
Imagen principal - 1. 'A la caída de la tarde', lienzo de Tomás García SanPedro, 1890. En depósito en el Ministerio del Interior./ 2. 'La salida de misa, en una aldea de las cercanías de Santiago de Galicia', de Dionisio Álvarez Fierros, 1862. En depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias. / 3. 'Acantilados de la costa Cantábrica', Juan Martínez Abades, 1920, que está depósito en el Ministerio de Exteriores, en Madrid.
Imagen secundaria 1 - 1. 'A la caída de la tarde', lienzo de Tomás García SanPedro, 1890. En depósito en el Ministerio del Interior./ 2. 'La salida de misa, en una aldea de las cercanías de Santiago de Galicia', de Dionisio Álvarez Fierros, 1862. En depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias. / 3. 'Acantilados de la costa Cantábrica', Juan Martínez Abades, 1920, que está depósito en el Ministerio de Exteriores, en Madrid.
Imagen secundaria 2 - 1. 'A la caída de la tarde', lienzo de Tomás García SanPedro, 1890. En depósito en el Ministerio del Interior./ 2. 'La salida de misa, en una aldea de las cercanías de Santiago de Galicia', de Dionisio Álvarez Fierros, 1862. En depósito en el Museo de Bellas Artes de Asturias. / 3. 'Acantilados de la costa Cantábrica', Juan Martínez Abades, 1920, que está depósito en el Ministerio de Exteriores, en Madrid.

Hay un nombre propio destacadísimo en el Prado entre sus autores con orígenes en esta tierra. Se trata de Juan Carreño Miranda, una de las principales figuras del panorama pictórico cortesano del siglo XVII. Nació en Avilés en 1614 este artista del que el museo conserva una veintena de lienzos, lo que le convierte en el asturiano con mayor presencia. Entre ellos, retratos como los de Carlos II, el bufón Francisco Bazán o el duque de Pastrana. Firmó también notables obras religiosas.

Son exactamente una decena los autores nacidos en Asturias de los que el Museo del Prado conserva alguna obra. Y llama especialmente la atención la presencia de Julia Alcayde Montoya, la única mujer del listado. Nacida en Gijón en 1885, se trasladó de niña a Madrid, donde murió en el año 1939, aunque siempre mantuvo el contacto con su tierra. Especializada en bodegones, floreros y escenas de caza, igualmente pintó paisajes y retratos. Formada en Madrid, participó en exposiciones internacionales de bellas artes, donde obtuvo premios. El Museo Casa Natal de Jovellanos alberga una de sus obras y el Prado atesora 'Frutas', que no está expuesta.

Dionisio Fierros Álvarez es otra de las presencias. Este pixueto del siglo XVIII formado en la Academia de San Fernando y discípulo de José Madrazo, cuenta con siete obras integradas en los fondos, entre ellas, 'Retrato de señora' y 'El pintor Manuel Castellano'.

Menos conocida es la obra de Tomás García San Pedro, pintor especializado en paisajes y temática costumbrista nacido en Somados en 1860 y fallecido en La Pumariega en 1937. En la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y en Roma aprendió el oficio. Becado por la Diputación de Oviedo en 1866, el Prado conserva un hermoso lienzo titulado 'A la caída de la tarde', que obtuvo varios galardones.

César María Herrer y Marcher nació en Luarca en 1868 y falleció en Budapest en 1919. Pintor español de paisajes, especializado en vistas de Venecia, se formó con su padre, el artista Joaquín María Herrer y Rodríguez. Amplió estudios en Roma, vivió en París, Amsterdam, Madrid y Venecia y acabó por establecerse en la capital húngara. El Prado guarda una vista veneciana de 1892 con su rúbrica que obtuvo tercera medalla en una de las exposiciones de bellas artes.

Mucho más conocido es Juan Martínez Abades, de quien el Prado preserva dos telas, 'El viático a bordo', de 1890, y 'Acantilados de la costa cantábrica', de 1900. Nacido en Gijón en 1862, falleció en Madrid en 1920 este pintor e ilustrador que se inició en el Instituto Jovellanos, donde copió dibujos de la colección. Acudió después a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y asistió al estudio del escultor José Gragera. Los veranos en Asturias los aprovechaba para pintar, particularmente marinas. Una beca le permitió viajar a Roma para continuar aprendiendo. Además de su tarea como pintor, que le llevó a participar y obtener medallas en algunas exposiciones, fue ilustrador habitual de 'Blanco y Negro'.

Más amplia es la presencia de Luis Menéndez Pidal en los fondos del Prado, que cuenta con cuatro obras. Pintor y decorador nacido en Pajares en 1861, murió en Madrid en 1932 después de ejercer la docencia en la Escuela Superior de Artes Industriales y la de Artes y Oficios. Fue catedrático de Dibujo del Antiguo y Ropaje de la Escuela de Bellas Artes de Madrid y académico correspondiente de la de San Fernando. Estudió Derecho antes de formarse en la Escuela Superior de Pintura de Madrid y viajar a Roma becado. Alumno de Francisco Pradilla y José Villegas, igualmente visitó Nápoles, Venecia y Florencia. Colaboró en la decoración de la iglesia de San Francisco el Grande de Madrid, donde firmó las pinturas de la cúpula de una de las capillas. Varios galardones jalonan su carrera, resumida en el Prado con 'Salus infirmorum', de 1896; 'Visión de San Francisco de Asís', de 1888; 'Al trabajo', hacia 1908, y 'Los gnomos alquimistas', de hacia 1912.

Imagen. 'Montañas' (Asturias), de Carlos de Haes, obra del Prado en depósito en el Museo de Jaén.

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Imagen. 'Montañas' (Asturias), de Carlos de Haes, obra del Prado en depósito en el Museo de Jaén.

Francisco Pérez del Valle, riosellano de Bones nacido en 1804, que falleció en Madrid en 1884, tiene en Madrid un mármol. Formado en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando como escultor, en 1843 consiguió los honores de Escultor de Cámara, y fue un año después nombrado director de Escultura y director del Estudio de la Trinidad. En 1858 se convirtió en segundo Escultor de Cámara, cargo en el que estuvo ocho años. También en 1858 fue elegido profesor de Modelado por el Antiguo y Ropajes de la Escuela Superior de Bellas Artes.

Cinco obras de Ignacio Suárez Llanos atesora la pinacoteca madrileña. Gijonés de 1830 (murió en Madrid en 1881), este pintor e ilustrador español fue discípulo de Bernardino Montañés, estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando y en Roma. Habitual de las exposiciones nacionales de Bellas Artes, destacó como retratista. Como ilustrador colaboró en la revista 'El Arte en España'. 'Eulogio Florentino Sanz y Sánchez', de 1854, 'Sor Marcela de San Félix, monja de las Trinitarias Descalzas de Madrid, viendo pasar el entierro de Lope de Vega, su padre', de 1862, y 'Retrato de señora', de hacia 1870 son solo algunos de sus lienzos en el Prado.

Los fondos del museo madrileño son tan amplios que, lógicamente, no todos están expuestos, por eso es común la política de depósitos, que hace que en estos momentos en Asturias haya 64 obras con esa procedencia.

Además del arte y los artistas hay nombres propios que han contribuido al avance de la pinacoteca desde aquel 1819 en que fue inaugurado. El empresario astur mexicano Plácido Arango presidió su patronato entre 2007 y 2012, y aún hoy continúa siendo patrono de honor. Además de donar a sus colecciones una primera edición de los 'Caprichos' de Goya y jugar un papel clave en la restauración de 'Las Meninas', donó 25 notabilísimas obras de arte de su colección particular poco antes de formalizar otro regalo, aún más amplio, de 33 piezas, al Bellas Artes de Asturias.

El jurista de origen asturiano Rodrigo Uría Meruéndano ocupó idéntico puesto entre 2004 y 2007, cuando falleció. También es asturiana Amelia Valcárcel, vicepresidenta del patronato desde 2004.

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