Adam Michnik

«Veo en el Premio Princesa un reconocimiento a la oposición polaca que tanto aprendió de España»

El galardón de Comunicación y Humanidades distingue el periodismo comprometido y la lucha política de Adam Michnik

M. F. Antuña

Gijón

Miércoles, 11 de mayo 2022

Periodista, ensayista, historiador, sindicalista, político. Adam Michnik, polaco nacido en Varsovia en 1946, ha sido y sigue siendo un activista de la libertad y el entendimiento, un comunicador y, por supuesto, un humanista comprometido con su territorio y su tiempo. Este hombre de aspecto bonachón ... que tiene en su haber galardones como el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo otorgado en España y el Robert F. Kennedy de derechos humanos es el flamante ganador del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades que se falló el pasado mediodía en Oviedo.

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«Veo en él un reconocimiento a la oposición democrática en Polonia, que tanto aprendió de la Transición española. Igualmente, considero que se distingue la labor de 'Gazeta Wyborcza', que ha aprendido mucho de la prensa independiente española. Es un gran honor para mí recibir este galardón», aseguraba confesándose contento y agradecido desde Varsovia.

En su biografía siempre hay un elemento destacado por encima de los demás: el hecho de haber sido el líder del movimiento disidente en Polonia contra el comunismo. Fueron años duros para un hombre que llegó a pagar con cárcel su compromiso con la libertad. Pero finalmente el diálogo dio sus frutos y Michnik jugó un papel crucial en las conversaciones de la mesa que dio como resultado la convocatoria de elecciones en 1989 que ganaría Solidaridad, sindicato al que pertenecía desde su creación en 1980 quien fuera también uno de los fundadores del movimiento KOR (el comité para la defensa de los trabajadores).

Es, por encima de todo, un hombre siempre atento al hoy, a lo que acontece en este momento y en esta vieja Europa, y desde Polonia mira como observador privilegiado todo lo que está ocurriendo en Rusia: «No hay duda de que Putin está convencido de que Occidente está hoy más débil que nunca. Pero su conducta también es el resultado de su paranoia antiestadounidense», decía recientemente. Y aún decía más en un artículo publicado en su periódico sobre esa guerra que tiene tan cerca: «Debemos decirlo alto y claro, todos somos ucranianos ahora. En Varsovia, en París, en Berlín, en Londres, en Praga o en Budapest, los ucranianos no solo luchan por su libertad, también por la nuestra».

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La suya es la biografía de un hombre criado en una familia comunista a quien las purgas antijudías del partido condujeron a la oposición. Ya en 1968 pisó por vez primera la cárcel y en 1981, tras varios años en París, volvió de nuevo a ella tras la imposición de la ley marcial en su país. Luego llegarían el acuerdo, las urnas, a las que él mismo concurriría en 1989 convirtiéndose en diputado, y encontrar su lugar como una voz influyente en Polonia a través del periodismo. Desde 1977 fue editor en varias revistas independientes y formó parte de la dirección de Niezależna Oficyna Wydawnicza, una de las editoriales más destacadas de la oposición polaca. Fue en 1989 cuando fundó el periódico independiente 'Gazeta Wyborcza', del que sigue siendo redactor jefe y considerado el más influyente de su país.

Pero su formación fue como historiador. Y ni fue fácil ni tranquilo su paso por la universidad en tiempos convulsos. Inició su formación en Varsovia, pero fue expulsado en 1968 y siete años después obtenía su licenciatura por la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan.

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Todo lo dicho y más conducen a una decisión que el jurado justificó en estas razones: «La lucha de Michnik en favor de los derechos humanos y del diálogo lo llevó a las cárceles del régimen comunista polaco, pero no por ello desistió de su firme oposición a la dictadura ni de buscar la reconciliación entre sus conciudadanos. Michnik, cuya concepción de Europa contribuyó a asentar en su país los valores democráticos, constituye además hoy en día un símbolo de la libertad de expresión y del humanismo, así como un ejemplo ético de resistencia frente a las amenazas autoritarias».

Michnik está considerado uno de los más conocidos y destacados defensores de los derechos humanos en su país y un adalid eterno del diálogo y de la reconciliación, que defendió a capa y espada siguiendo el modelo español de los pactos de la Moncloa pese a los seis años de prisión con los que pagó su empeño democrático. Es también un europeísta que apostó fuerte por el ingreso de Polonia en la Unión Europea.

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Es autor de varios libros sobre temas políticos e históricos y ensayos traducidos a varios idiomas, como 'Letters from Prison and Other Essays' (1986), 'The Church and the Left' (1992), 'Letters from Freedom: Post-Cold War Realities and Perspectives' (1998) y 'In Search of Lost Meaning: The New Eastern Europe' (2011) ('En busca del significado perdido. La nueva Europa del Este', 2013). Sus artículos han sido publicados en periódicos y revistas europeos como 'Der Spiegel', 'Le Monde', 'Liberation' y 'El País' y los estadounidenses 'The Washington Post' y 'The New York Review of Books'.

Fue también uno de los treinta intelectuales que firmaron en 2018 el manifiesto 'Europa en llamas', sobre la amenaza de los populismos y es miembro del consejo emérito de Reporteros sin Fronteras. Doctor honoris causa por varias universidades, su lista de distinciones es interminable: Comandante de la Orden de Bernardo O'Higgins de Chile y ha recibido la Cruz de Oficial del Mérito de la República de Hungría, la Orden del Gran Príncipe Giedymin de Lituania, la Gran Cruz del Mérito de Alemania, la Orden de Yaroslav I el Sabio de Ucrania y la Legión de Honor francesa... Pero hay un mérito puede que más grande que ningún otro: en 2000 el Instituto Internacional de la Prensa (IPI) publicó su lista de los 50 héroes de la libertad de prensa y allí estaba él.

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