A reventar. En el salón de actos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oviedo no cabía un alfiler para escuchar las siempre sabias palabras de Michael Ignatieff, el canadiense Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, al que no le quedó un tema del que hablar para dar respuesta a las preguntas de alumnos y profesores.
Publicidad
Fue elocuente y simpático: «Da miedo tener a 500 abogados aquí», dijo, antes de entrar a fondo a mirar al orden internacional que nos acecha, en el que EE UU debe asumir que China, Brasil, Rusia o la India están ahí. «EE UU está descubriendo que no es tan poderoso», dijo al arranque de una charla que en su fase final llegó a las elecciones americanas en ciernes con Kamala Harris y Donald Trump en liza. En este punto sentenció: «EE UU es un modelo negativo en cuanto a la democracia». La razón, esas donaciones multimillonarias como las realizadas por Elon Musk y Bill Gates a los candidatos. Y algunas cosas más: «El gran problema es si el perdedor aceptará el resultado».
Habló también Ignatieff a los estudiantes sobre las sociedades multiculturales que hoy habitamos y lo que significan. «La cuestión es quiénes somos, qué suponía ser español en los años sesenta y qué supone ser español en 2024», planteó. Esa diversidad religiosa, racial y étnica no siempre es fácil de gestionar y hace que «las políticas que antes eran nacionales ahora sean globales». Hay que acoger con políticas migratorias que son necesarias para garantizar el desarrollo de países como España, pero sin olvidar lo obvio: «España no es un hotel, tiene normas». Y quienes llegan de fuera han de cumplirlas. Del mismo modo, aseguró Ignatieff que hay que tratar de evitar la inmigración ilegal con medidas de acercamiento a los países de origen e incluso con devoluciones a ellos porque esa situación de ilegalidad «es veneno para cualquier sociedad», porque alguien sin derechos es alguien a explotar. Y dicho esto sentenció: «No podemos tener una Europa democrática que deja que las personas se ahoguen en el océano».
Habló también de política. Y lo hizo con comprensión y aplauso hacia quienes la ejercen. Animó incluso a chavales a meterse en ese mundo, pero teniendo claro algo: «No puedes entrar en política a menos que estés preparado para perder». Confesó que para él la política fue «un completo fracaso» antes de entrar a fondo en otro asunto de interés: la inteligencia artificial. Vio el lado positivo de la revolución que supondrá para muchos desafíos médicos y de la ciencia y advirtió a los alumnos que si se sirven de ella para hacer sus trabajos, no ganan sino que pierden, se hacen más pobres en lo intelectual. «Vuestra inteligencia por definición es algo diferente a la computación algorítmica», subrayó, y alertó de que le estamos transfiriendo a las máquinas conocimiento de manera peligrosa. «¿Queremos que una máquina decida quién va a la cárcel en Oviedo?», planteó.
El asunto de los independentismos estuvo presente. Habló de los referendos vividos en su país para la independencia de Quebec y también de Cataluña: «La experiencia catalana fue algo catastrófica para España y para Cataluña, espero que aprendan la lección y no la repitan».
Publicidad
Los totalitarismos y la llegada a gobiernos democráticos de políticos que no son demócratas, como es el caso del húngaro Viktor Orbán, le preocupan. Eslovaquia, Polonia miran hacia ese lugar. «La crisis de la democracia es algo permanente», concluyó.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
A la venta los vuelos de Santander a Ibiza, que aumentan este verano
El Diario Montañés
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.