EFE
Viernes, 19 de octubre 2018, 21:29
EL filósofo Michael J. Sandel considera que los ciudadanos, al margen de sus antecedentes o circunstancias sociales, deben hacer «preguntas difíciles sobre cómo convivir» en un momento en el que «la democracia se enfrenta a tiempos oscuros» ya que es la mayor esperanza para ... poder arreglar el mundo.
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Ese compromiso con el «proyecto de Sócrates» ha podido compartirlo con gente que incluso vive «en medio de la pobreza y la violencia», según ha recordado hoy durante la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias que se ha celebrado hoy en Oviedo con la presencia de los reyes Felipe y Letizia.
Este mediático y popular pensador estadounidense ha sido reconocido con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales por ser uno de «los más relevante intelectuales contemporáneos» y su defensa de una justicia orientada al bien común.
Tras confesar que fue durante una estancia en España cuando se dejó seducir por la filosofía -«aún no me he recuperado», dice-, Sandel ha afirmado que siempre ha querido conectar esta disciplina con el mundo y que, precisamente, no fue su abstracción sino su «carácter ineludible» y la luz que arroja sobre la vida cotidiana lo que más le atrajo de esta disciplina, que siempre ha tratado de conectar con el mundo.
«Entendida de esta manera, la filosofía pertenece no sólo al aula, sino a la plaza pública, donde los ciudadanos deliberan sobre el bien común», ha afirmado el autor de «Justicia: ¿Qué es lo que hay que hacer correctamente?», que ha reconocido que cuando viaja siente «un gran interés por el debate público sobre cuestiones importantes como la justicia, la igualdad, la historia y la memoria.
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Ante el público del Teatro Campoamor ha recordado cómo en un viaje a Brasil conversó en una favela con un grupo de líderes y jóvenes activistas sobre «cómo encontrar una voz y construir una comunidad» en medio de la pobreza y la violencia, y que allí descubrió a un hombre llamado Reginaldo, analfabeto hasta los 25 años, que ahora lidera allí los debates, después de que un profesor de filosofía jubilado le enseñase a leer y le descubriese a Platón.
Sandel ha aprovechado también su discurso para hacer un reconocimiento a los judíos expulsados de España hace más de cinco siglos por los Reyes Católicos y que en 1990 fueron reconocidos por los entonces Premios Príncipe de Asturias con la concesión del galardón de la Concordia a las comunidades sefardíes.
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«Lejos de su tierra, los sefardíes se convirtieron en una España itinerante que ha conservado con inigualable celo el legado cultural y lingüístico de sus antepasados», ha afirmado tras recordar que su esposa, Kiku Adatto, es una sefardí con orígenes sevillanos que ha solicitado, junto a sus dos hijos, que se les reconozca la ciudadanía española porque «al hacerlo, se hacen partícipes del proyecto español de memoria y reconciliación».
La concesión del Princesa de Ciencias Sociales también le ha hecho recordar que fue durante unas vacaciones en España en 1975 cuando inició su trayectoria como filósofo político y se inclinó por esa disciplina frente a la posibilidad que entonces manejaba de dedicarse a la economía.
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Así, en un pueblo de la Costa del Sol, tras encontrar tiempo libre para leer filosofía, se dio cuenta de que las preguntas que se hacían muchos filósofos sobre la justicia, la moralidad y la vida buena «eran más profundas e invitaban más a la reflexión que los modelos económicos más sofisticados».
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