![El Campoamor clama paz y cultura convertido en el escenario infinito en el que cabe el mundo](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202210/29/media/cortadas/77550224--1248x830.jpg)
![El Campoamor clama paz y cultura convertido en el escenario infinito en el que cabe el mundo](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/202210/29/media/cortadas/77550224--1248x830.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
MARIFÉ ANTUÑA
OVIEDO.
Sábado, 29 de octubre 2022, 01:56
El flamenco es alegría, dolor, emoción y es compás. Y ese cóctel que conforma un arte tan español como universal estuvo allí, pero no solo porque una voz mayúscula cantara a capella por Juan Ramón Jiménez y un mantón de Manila danzara en el aire, no solo por Carmen Linares y María Pagés, sino por todo lo demás. Salieron a ese «escenario infinito» que ayer fue el Campoamor, ejemplo perfecto de que, como dijo Juan Mayorga, sobre las tablas cabe el mundo entero, cabemos todos. Y la libertad, la democracia, la solidaridad, la constancia, el compromiso, el optimismo y la fe en el futuro que vendrá. Y todo eso es dolor, alegría, emoción y compás, la armonía que requiere que un conjunto de seres humanos se pongan de acuerdo. El dolor apareció además porque la guerra de Ucrania también pisó las tablas con toda su crudeza, porque en estos tiempos confusos tocaba clamar paz y cultura. Y así fue.
La ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias en su edición número 42 se recordará por ese flamenco auténtico sonando en la voz mágica de Linares cuando las galardonadas de las Artes recogieron de manos de la Princesa su diploma, pero se dispararon muchas más fotos para el recuerdo, porque los aplausos fueron generosos para todos, incluido Adam Michnik, que dibujó con sus manos la V de la victoria. Todo un gesto.
Pero empecemos por el principio. Con los presidentes del Congreso y el Senado, Meritxel Batet y Ander Gil, junto a dos ministros, Luis Planas y Miquel Iceta, sobre el escenario y la Reina Sofía en su palco, llegó la Familia Real al completo. El Rey, la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía vieron cómo poco a poco iban llegando y tomando asiento los premiados. El himno de España a los sones de la gaita anunció que la ceremonia daba comienzo. El primero en hablar fue Luis Fernández-Vega, para quien este era el discurso de la despedida como presidente del a Fundación. Entre agradecimientos, reiteró que la entidad es «un instrumento extraordinario, potente y vivo para construir un mundo mejor».
Juan Mayorga tomó la palabra y la devino en letras, en hoja blanca, en ese lugar mágico en el que «unos pocos dibujos» pueden causar felicidad y daño. Con las letras se declara la guerra y se detiene; con letras se escribe el mundo y con ellas se compone el teatro que es «reunión» y «compañía».
Adam Michnik, el galardonado de Comunicación y Humanidades, puso su palabra al servicio de la paz y para alertar contra los populismos, los nacionalismos y los autoritarismos, ya sean de izquierdas o de derecha. «Putin no puede ganar esta guerra», dijo el periodista polaco.
Fue justo después de sus palabras cuando la Princesa de Asturias fue entregando uno a uno los premios. En este orden: Eduardo Matos Moctezuma (Ciencias Sociales); Yann LeCun y Demis Hassabis (Investigación Científica y Técnica, faltaron Joshua Bengio y Geoffrey Hinton); Ellen MacArthur (Cooperación Internacional): la Fundación y Equipo Olímpico de Refugiados (Deportes), con su presidente al frente, Thomas Bach, y la ciclista afgana Masomah Ali Zada y el boxeador venezolano Eldric Sella; Carmen Linares, y María Pagés (Artes); Adam Michnik (Comunicación y Humanidades); Juan Mayorga (Letras) y, por último, Shigeru Ban (Concordia).
Llegaron a continuación los discursos de Eduardo Matos Moctezuma, que habló de la importancia de conocer nuestra historia, y Ellen MacArthur, que desplegó su apuesta por un mundo sostenible, antes de que la Princesa de Asturias pusiera voz a las inquietudes de quien muy pronto cumplirá 17 años. A ella le importa ese mundo que entra en el teatro y que habla de trabajo excelente, de esfuerzo y sentido de la responsabilidad. «Los jóvenes somos conscientes de que la situación actual no es fácil, de que el mundo ha cambiado y de que la mejor manera de progresar pasa por mantener el entusiasmo por conocer, equiparnos con responsabilidad y capacidad de esfuerzo y aprender de los que saben».
Su padre cerró un acto en el que además de agradecer sus desvelos al saliente presidente Luis Fernández-Vega le dio la bienvenida a la presidenta electa, Ana Isabel Fernández. Elogió el monarca uno a uno a cada uno de los premiados antes de instalarse en el hoy. Habló de la crisis energética, de la guerra de Ucrania, de ese horror que ha regresado a Europa en el siglo XXI. Pero no lanzó una mirada pesimista, sino todo lo contrario: «La guerra jamás va a destruir la cultura ni los valores que representa». Defendió el papel de la Unión Europea como proyecto de progreso y concluyó en esta tierra: «Asturias nos demuestra, de nuevo, que es capaz de reconciliarnos con lo mejor del género humano». Las gaitas sonaron esta vez con el himno de Asturias y el punto final no se salió del guion pautado: «Quedan convocados los Premios Princesa de Asturias 2023».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.