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Se conocieron hace «veintitantos años en Granada». Carmen cantaba, María bailaba y ni soñaban entonces que un buen día de octubre se subirían juntas de nuevo al escenario para recibir un Premio Princesa de Asturias de las Artes. Repitieron en la Bienal de Sevilla, ... han seguido la una la carrera de la otra, han sido cómplices de su amor por el flamenco y han recorrido dos caminos diferentes pero con una misma mirada. «El flamenco es el arte que más y mejor nos representa», asegura María Pagés, que subraya que es una torpeza no verlo. «Es la gran asignatura pendiente de este país», remata la bailaora, que no acierta a ver las razones por las que no se sitúa a nivel de otras artes. Y aquí toma la palabra Carmen Linares para decir que con una ópera se monta la Bienal de Sevilla, que no está en las programaciones como debería, que aún queda camino por asfaltar para lo suyo. «No tiene nada que ver el arte con la política, no tiene nada que ver a qué partido se vote», concluye la cantaora, para quien no hay mejor inversión que la cultura.
Las premiadas de las Artes saben que este galardón es un empujoncito más en ese periplo que ellas han ido transitando en paralelo y que continúa, en todos los planos, en la batalla por una consideración mayor y en el puramente artístico: «El flamenco está ligado a las raíces, pero como arte contemporáneo ofrece un mundo que es enorme, maravilloso, infinito», anota Pagés.
El futuro es halagüeño: «Creo que hay una juventud muy poderosa», dice la bailaora, mientras Linares advierte cómo han cambiado las cosas desde sus inicios al hoy. Todo está muy acelerado: «No sabría qué consejo darle a alguien que empieza, pero hay que tener una buena raíz, evolucionar a tu forma y que no vayan con prisa, porque si lo hacen se van a perder muchas cosas».
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M. F. Antuña
También hicieron la cantaora y bailaora un análisis de cómo el hecho de ser mujer les ha afectado. «En mi casa todo fueron facilidades», apuntó Carmen Linares. «Es verdad que el flamenco, como todas las artes, está ligado al momento político y social y, por lo tanto, yo he vivido en cuarenta años distintas etapas y la evolución de nuestro país ha influido en el del flamenco. Cuando Carmen empezó en el cante, todos los cantaores eran hombres y ahora no, pero es que en el baile ahora todo son mujeres», concluye Pagés.
El género importa. Pero también los orígenes. El padre de Carmen era aficionado a la guitarra y el de María, matemático. Y las dos están en un lugar similar, de modo que la familia es lo de menos. Pero el dónde sí influye: «Nacer en Sevilla sí te marca, el flamenco es algo muy cercano y se vivía de una manera muy directa», resume Pagés.
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El jueves se suben juntas al escenario del Auditorio Príncipe Felipe para el espectáculo previo a la entrega de los Premios y están felices. «Nos hace mucha ilusión trabajar juntas, la verdad es que es un reto poner en marcha una creación artística y estamos intentando pasarlo muy bien, vivirlo de la manera que merece, con alegría», señala Pagés. Linares confirma: «Juntarnos ahora en esta historia tan bonita que son los Premios Princesa no nos lo podíamos ni imaginar y estamos muy contentas de compartirlo los dos».
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