Letizia reinventa el protocolo

A primera vista -y solo a primera vista- los Premios Princesa de Asturias no se han salido de su esquema pese al cambio de nombre. No se esperaba menos en una ceremonia que desde la Fundación, la ciudad de Oviedo y el Principado se preparan con sumo detalle durante todo un año sin perder de vista el atractivo que estos días tiene la región. Una vez más, la apretada agenda de la Fundación ha llevado de aquí para allá a los premiados y a los propios Reyes quienes, en esta ocasión, acudían a Asturias en representación de su hija, la Princesa Leonor.

Por primera vez, y he ahí un cambio de guión, Sus Altezas Reales llegaban a Asturias por separado. Lo hicieron en la tarde del jueves, como suele ser habitual, pero mientras que el Rey Felipe VI hacía su primera aparición en el Hotel de la Reconquista, la Reina Letizia lo hacía en Gijón, en el Teatro Jovellanos, para acudir al acto con el cineasta y premio Princesa de Asturias de las Artes, Francis Ford Coppola. Quien no varió para nada sus planes fue la reina doña Sofía, quien un año más volvió a llegar en solitario a Oviedo minutos antes que su hijo, con un elegante vestido oscuro de manga larga y un broche de adorno.

Por su parte, arriesgada por poco abrigada pese a estar en su tierra natal, doña Letizia elegía para su primera aparición un mono negro ajustado sin mangas, tacón alto y pelo recogido. Era esta una de las imágenes más esperadas de los Premios ya que los modelos de la Reina son seguidos con especial interés. Sin embargo, y con permiso de Su Alteza, fueron los originales y ya tradicionales calcetines del cineasta estadounidense, los que más sorprendieron a los asistentes. En este caso, se presentaba en el coliseo gijonés con un pie 'vestido' de rojo y otro de amarillo. A partir de ahí, al igual que con sus películas, cada uno le ha dado al gesto la interpretación que más le conviene. Este cambio de agenda obligó, sin embargo, a romper el protocolo una vez más ya que la Reina no acompañó al Rey al Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo para presidir el concierto de la Oviedo Filarmonía y el Coro de la Fundación, aunque sí se incorporó más tarde, concretamente a mitad del concierto, sin cambiarse de modelo.

Cerrado el primer capítulo de la agenda real en Asturias, la jornada del viernes concentraba sus actividades matutinas en el Hotel de la Reconquista donde se reúnen los invitados a la ceremonia, y donde los Reyes recibían a los galardonados así como a los premiados con las Medallas de Asturias y a un grupo de estudiantes. Para esta ocasión, la Reina eligió un elegante estilismo compuesto por un vestido rojo ajustado de manga tres cuartos y pelo suelto.

Ya por la tarde, para la ceremonia en el Teatro Campoamor, doña Leitizia se saltaba, según los expertos en moda, la regla no escrita de que las mujeres deben acudir a esta gala con modelos discretos y con los brazos cubiertos. En realidad, la Reina apuntó este cambio de tendencia poco tiempo después de debutar en la gala, en aquel entonces como esposa del Heredero a la Corona. Tras ese primer momento decidió decidió señalar ese día al año para estrenar un look diferente: jugó con todos los peinados inimaginables, con distintos largos y vuelos, de distintos tejidos Y así, año tras año, hasta este viernes en el que doña Letizia, en su segunda ceremonia como Reina decidió cambiar el protocolo en el vestir. Doña Letizia es hoy quien marca la pauta y en el Campoamor era la única -junto a una de las galardonadas, Esther Duflo- que decidió ir con los brazos al descubierto. Guapa y favorecida, doña Letizia volvió a apostar por Felipe Varela para la ocasión. Con un vestido ceñido hasta la cintura de donde partía una cascada de volantes en degradé. Como complementos, muy raro en ella, eligió unos pendientes de perlas y brillantes y un collar de perlas. Como zapatos, unos estiletos negros.