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«Quiero ser la primera presidenta de España». Casi dos años después de que Pablo Iglesias la señalara como sucesora y tras un dilatado «proceso de escucha», Yolanda Díaz oficializó que será candidata a las generales al frente de un espacio de izquierdas aún por ... configurar y hoy incierto. La líder gallega lanzó su carrera a la Moncloa este Domingo de Ramos en un acto multitudinario en el polideportivo Magariños de Madrid –la organización cifró la asistencia en 3.000 personas y otras 2.000 que se quedaron fuera–. Entre gritos de «Yolanda presidenta» y rodeada de una quincena de organizaciones como Izquierda Unida, los comunes, Más País, Compromís o la Chunta, entre otras. Podemos cumplió su amenaza y su dirección se ausentó en bloque después de no alcanzar un acuerdo de mínimos para celebrar primarias abiertas. Un plante que asoma a la incertidumbre a todo el espacio a la izquierda del PSOE.
En su largo discurso, centrado ya en la carrera electoral y en el que desgranó los puntos fuertes de su «nueva carta de derechos para la próxima década», la promotora de Sumar no mencionó por su nombre a los de Belarra ni en una ocasión. Pero una parte sustancial de su mensaje estuvo dirigido implícitamente a confrontar con los morados: «Estoy cansada de tutelas».
La vicepresidenta recuperó unas estrofas de Rosalía de Castro que ya utilizó cuando recibió, en marzo de 2021 y de manos de Iglesias, la cartera de vicepresidenta segunda. «Las mujeres no somos de nadie, y yo, mujer, tampoco soy de nadie», repitió este domingo, rematando con «Sumar no es de nadie» tampoco. Ya entonces, al pronunciar esas frases, se intuyó que las formas usadas en la designación a dedo por parte del fundador de Podemos –en público, sin consultarlo previamente– no fue para ella plato de buen gusto aunque lo asumiera.
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Lourdes Pérez
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Desde entonces, el distanciamiento con Podemos ha sido evidente, al tiempo que, como quedó reflejado en las primeras filas de la pista del Magariños, su proyecto crecía con los apoyos de todo el espacio confederal –excepto los morados–, de una docena de partidos regionales que competirán directamente contra la formación de Belarra en las autonómicas y municipales del 28 de mayo y con el regreso al redil del 'errejonismo', corriente perdedora en el tormentoso Congreso de Vistalegre II, en 2017, en el que Iglesias impuso sus tesis sobre las de su, hasta entonces inseparable número dos. Lo que propició el nacimiento de Más País.
Fue precisamente en los agradecimientos cuando Díaz telegrafió su respuesta ante la ausencia en una cita que ella había calificado como «histórica» de las ministras Ione Belarra e Irene Montero. Se dirigió, asiento por asiento, a los representantes de las organizaciones presentes. Al líder de IU, Alberto Garzón, le felicitó, con intención, por «saber estar donde hay que estar». También a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; a Mónica García, candidata de Más Madrid a la Comunidad; al propio Íñigo Errejón; o a Joan Ribó, alcalde de Valencia y dirigente de Compromís.
Una ristra de menciones que amplificó la ausencia de la dirección morada. «No estamos aquí para enfrentarnos a otros», para «ocupar un espacio electoral», sino para «cambiar el país», avisó en rotunda referencia a Podemos.
La víspera, Belarra había lanzado una última apelación a cerrar un acuerdo de mínimos para figurar en la foto del Magariños, al tiempo que afeó sus tiempos a la líder gallega. Pero los canales de comunicación entre ambas partes llevan cerrados desde el lunes pasado y sin visos de retomarse hasta que pase un 28-M crucial.
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En paralelo, algunos líderes territoriales de Podemos se saltaron la directriz marcada por Belarra, como habían anunciado a lo largo de toda la semana. Fue el caso de Begoña Alfaro, coordinadora de Podemos Navarra, Borja San Ramón, secretario general en Galicia, o el diputado Txema Guijarro. La dirección del partido ha evitado las órdenes y las represalias ante un desmarque incómodo.
Díaz, que hizo un canto al diálogo y «la política útil», cargó contra Esquerra, aliado estratégico del Gobierno y de Podemos, a la que afeó su «politiqueo» contra la reforma laboral. Al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, llamó a «derrotarlo políticamente». Y con el PSOE, guante de seda, después de que Moncloa haya alentado el proyecto de la vicepresidenta para intentar reeditar el Gobierno.
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