El triunfo europeísta de Fernando Morán

Quienes hoy componemos el Palacio de Santa Cruz y el servicio exterior del Estado nos situamos en la estela de un proyecto querido por Fernando Morán. De ahí que con toda justicia, el ministerio hace tiempo añadió a su denominación histórica –la de Asuntos Exteriores– esa otra tan exigente de 'Unión Europea'.

Los españoles tenemos con orgullo en la retina la imagen del ministro Morán estampando su firma junto con la del presidente del gobierno, Felipe González, en el Tratado de Adhesión de España a la Comunidad Económica Europea, el 12 de junio de 1985, día de su triunfo europeísta. Aquel día quedó fijado en mi memoria y tuvo un impacto determinante en mi propia carrera profesional.

Como su sucesora en el cargo, contribuyo también a acrecentar los vínculos que en su época de ministro España estableció con varios países y regiones, pues, más allá de ese histórico resultado comunitario, fortaleció la relación de nuestro país con nuestros socios primeros, europeos y magrebíes, gracias a la institución de las cumbres bilaterales.

Militó asimismo en la promoción internacional de un Estado de Derecho, de unos valores y principios de España que fueron por los que luchó su generación en la llamada transición, cuya vocación primera fue recuperar nuestras libertades y concordia, en un empeño que tuvo una clave exterior tan decisiva como la interior.

De ahí que, al poco de asumir mi cargo, quisiera reunirme con todos mis predecesores, por considerar que la política exterior es una política de Estado, para reafirmarme en una visión compartida de nuestra respuesta a los desafíos exteriores y para rendir homenaje a quienes pusieron a España en su sitio. No pudo acompañarnos en persona, pero todos lo tuvimos muy presente.

Quiero decir que somos incontables quienes en España tenemos para con Fernando Morán una gratitud histórica, de suerte que, honrando su memoria, nos fortalecemos en nuestros ideales como españoles y europeos.