Francisco Álvarez y Amadita Álvarez, antes de entrar a despedirse de Areces. I. V.

«Tini, tienes que casanos tú»

Francisco Álvarez y Amadita Álvarez lograron en 1996 que el entonces alcalde oficiase su boda

IVÁN VILLAR

GIJÓN.

Sábado, 19 de enero 2019, 04:33

En su vida como alcalde, presidente y senador, Vicente Álvarez Areces se relacionó con innumerables cargos políticos, con mandatarios mundiales, con premios Príncipe y con familias reales. Pero en su día a día, mientras paseaba por su Gijón, no hacía más que pararse con ... gente que le saludaba. Su mujer, Soledad Saavedra, se sorprendía ayer de los cientos de personas anónimas que se pasaron por la capilla ardiente para contarle su historia personal, su particular encuentro con ese hombre de sonrisa permanente que era Tini, como le llamaban casi todos los que le conocían. Desde el vendedor de la ONCE al que le compraba los cupones al heladero con el que charlaba animadamente cada vez que se acercaba con alguno de los niños de su familia. Pero también otros como Francisco y Amadita Álvarez, que aunque se apellidan igual, son feliz matrimonio desde 1996. «Tenemos un recuerdo grandioso, porque fue él quien nos casó», contaban a la entrada de la casa consistorial, adonde, como tantos otros, acudieron a despedirle. «Creemos que fue la primera boda que él hizo aquí», aseguran. Habitualmente era algún otro concejal el que ejercía esas funciones, porque Areces solía tener la agenda completa. «Un día lo vimos delante del hotel Begoña, donde ahora están los taxis, y le llamé. Le dije; «Tini, tienes que casanos tú» y nos contestó que fuésemos a hablar con el jefe de protocolo para arreglarlo». Cada vez que se veían, se acordaban de aquella boda. Porque la tuvieron que adelantar una hora para que fuese el alcalde quien los casase. «Tenía que marchar de viaje a Bruselas, creo», recuerdan con cariño.

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Además, mantienen que a él nunca se le olvidó aquello. «Hace un mes y pico que le encontré en la calle y aún hablamos del tema. Siempre nos saludaba y si iba yo sola, me preguntaba por mi marido», comenta ella. Como tantos otros, recordaban sus cálidos saludos, daba igual que fuese en el aeropuerto que en la piscina, en cualquier esquina solitaria o el concurrido día de los Fuegos en el Muro.

Por eso, cuando el jueves Francisco se enteró de que Areces había fallecido, lo primero que hizo fue ir a decírselo a su mujer. Juntos, como cuando él los casó, pasaron esos momentos de 'shock' que sufrieron el jueves tantos y tantos asturianos. Poco a poco, según avanzaba ayer la cola, Amadita y Francisco desaparecieron en el interior del salón de recepciones para presentar sus respetos al alcalde que les casó. Como a tantos otros, se les acababa de ir un amigo. Ese amigo que, de forma incondicional, siempre está ahí cuando lo necesitas.

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