ANA MORIYÓN
OVIEDO.
Sábado, 22 de septiembre 2018, 04:51
La sentencia condenatoria contra José Ángel Fernández Villa fallada por la sección tercera de la Audiencia Provincial de Asturias se basa, principalmente, en las pruebas documentales presentadas por el SOMA, que ejerció como acusación particular, pero también, tal y como recoge el fallo, en ... el testimonio de algunos de quienes, en otro momento, fueron sus máximos colaboradores.
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Dirigentes, exdirigentes y empleados del SOMA que durante años trabajaron codo con codo con quien fuera su secretario general durante más de treinta años fueron testigos de su forma de proceder, aunque ellos mismos reconocen que no tenían capacidad ni potestad para recriminarle ninguno de sus excesos. La propia sentencia, de hecho, entiende que el entonces máximo líder de la organización sindical se ayudó de su «posición jerárquica» sobre el resto de los miembros y trabajadores del sindicato «que no ponían en duda ni discutían sus decisiones o simples deseos, aprobando incluso su gestión». La sala que preside María Luisa Barrio considera que, pese a que las declaraciones de algunos de ellos se realizaron con «el ánimo de favorecerlo», en conjunto se pueden extraer afirmaciones «relevantes» que permitieron al tribunal conocer su forma de actuar.
Quien fuera secretaria de Villa aseguró en el juicio oral que en el sindicato se hacía lo que él decía, que era «el jefe». Ella misma, explicó en la sala, cobraba los cheques de Hunosa a su nombre y le entregaba el dinero en efectivo, que al principio eran «unas ciento y pico mil pesetas y al final entre doscientas y trescientas mil pesetas». También declaró que el ex secretario general le exigía que lo hiciera con sigilo.
También manifestó en la sala que cobró algún cheque del acusado de Hunosa en la antigua Caja de Asturias. Recordó que la cuantía iba entre 180.000 y 300.000 pesetas.
Reconoció que él no tenía capacidad para discutir ningún gasto y que, de hecho, le habían ordenado que «pagara sin rechistar». Villa le entregaba bolsas de tiquets y facturas y él, dijo, se limitaba a ordenarlos y sumarlos en una hoja de gastos. El excontable confirmó que las transferencias de Hunosa se ingresaban en la cuenta del SOMA, en lugar de en la del SOMA-Fitag-UGT, y que cuando preguntó por esta cuestión le pidieron que «callara». También explicó que la ejecutiva acordó comprar a nombre de Villa un vehículo marca 'Mitsubishi', que se lo pagaban mediante cuotas mensuales y que, después de liquidar la deuda, se mantuvieron esos pagos de unos 700 euros al mes para compensar económicamente al líder sindical.
Comentó en su declaración que se decidió auditar las cuentas del sindicato tras hacerse público que su exlíder tenía 1,2 millones ocultos y que, sin haber cambiado los estatutos desde la época de Villa, en la actualidad el SOMA-UGT no tiene gastos por acción sindical, mientras que en el SOMA-Fitag-UGT solo se pagan «con justificante». Opinó que los gastos presentados por Villa «no tienen justificación» y añadió que éste utilizaba el vehículo como propio y que, tras su cese, se llevó los libros adquiridos.
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Afirmó que las dietas por la asistencia al comité intercentros de Hunosa se pagaban con las cuotas sindicales de los trabajadores que se ingresaban en las cuentas del SOMA-Fitag-UGT. No tenía constancia de que Hunosa se hiciera cargo de esos gastos mediante cheques que entregaba a Villa.
Aseguró durante la vista oral que las cuentas del SOMA se aprobaban en reuniones esporádicas en las que se presentan informes generales, sin profundizar. Que le aseguraron que el coche 'Mitsubishi' lo había comprado el propio Villa.
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Se trata del único miembro de la junta del SOMA que se negó a aprobar las cuentas del sindicato minero antes del cese de Fernández Villa. Dijo ante el tribunal que nadie cuestionaba los gastos y dietas del exsecretario general y que las reuniones de la junta para controlar las cuentas eran esporádicas.
Reconoció que él mismo gestionó la compra del 'Mitsubishi' a nombre de Villa por una cuestión fiscal y que luego se le fue abonando una letra mensualmente. Años después, una vez liquidada la deuda, reconoció que se decidió seguir abonando esa letra para compensar al acusado por la reducción de sus ingresos al cesar en sus cargos políticos. También dijo que las compras que hacía Villa eran para regalar a sus interlocutores y que los libros que adquiría eran de temática sindical. Mantuvo además ante el tribunal que nadie dijo nunca que los gastos del exsecretario fueran excesivos.
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