Santos Cerdán, el fontanero de Sánchez que labra los acuerdos con el independentismo

La elección Cerdán, miembro del núcleo duro de Sánchez para negociar con Carles Puigdemont no fue casual. Su papel como mediador con los partidos independentistas se remonta a sus años en la política navarra, donde tuvo que llevar escolta por la amenaza de ETA, y su capacidad de gestión en situaciones límite avalaban su papel para que hubiera 'fumata blanca' con Junts. Antes de dar el salto a la política estatal y a la dirección federal del PSOE, cuando Sánchez acometió una importante remodelación de gobierno retirando de la primera línea a Carmen Calvo, José Luis Ábalos e Iván Redondo, Cerdán ya venía de allanar el camino con las formaciones independentistas en su tierra, Navarra.

Nacido en Milagro, Santi, como le conocen en su entorno más próximo, comenzó a militar en el partido socialista a finales de los años 90 siguiendo los pasos de su padre y su abuelo. Fue concejal de su pueblo durante tres mandatos (1999-2003, 2007-2011 y 2011-2015) y después ocupó varios cargos en la dirección del PSN y en el Parlamento navarro. Allí, y gracias a su buena relación con los socialistas vascos, Cerdán fue el encargado de normalizar las relaciones con EH Bildu, con quien pactó el primer acuerdo en Navarra para el PSN que daría la presidencia de la comunidad a María Chivite, y puso la la primera piedra para normalizar las relaciones entre ambas formaciones.

Con el acuerdo entre PSOE y Junts, Cerdán añade un nuevo capítulo a su hoja de servicios al partido. Con la actividad de las instituciones comunitarias a medio gas por el puente de Todos los Santos, el foco mediático de los últimos días se había centrado en su diálogo con Puigdemont.

La foto del encuentro que mantuvieron los dos interlocutores de PSOE y Junts en el despacho del eurodiputado el pasado 30 de octubre y que ya es historia, causó un gran revuelo y escenificó el avance de las negociaciones centradas en la amnistía para los encausados del 'procès'.

Tras esa reunión, los contactos se volvieron más discretos, con videollamadas e intercambios de papeles entre las partes. Debido a la presión mediática, los dos equipos no pudieron volver a reunirse. El número tres del PSOE eligió el Sofitel, situado en el barrio europeo de Bruselas.

Un lujoso hotel, de unos 250 euros la noche, en el que se aloja el presidente del Gobierno cuando acude a Bruselas a los encuentros de líderes europeos y que a visto pasar por su vestíbulo en las últimas reuniones económicas del Eurogrupo y el Ecofin al expresidente italiano Mario Draghi, a la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, y al presidente del Eurogrupo, Paschal Donohoe.

Por su parte, el equipo negociador de Junts fue variando sus lugares de encuentro, a ratos, «jugando al gato y al ratón» con los periodistas. La dirección permanente de la formación independentista se reunió por primera vez en el Hotel Thon, donde Puigdemont marcó las líneas rojas de su futuro apoyo a la investidura de Sánchez a principios de septiembre; en el Press Club de Bruselas, a apenas 300 metros del Sofitel; y en el despacho del expresidente catalán del Parlamento Europeo, entre otros. Todo para «evitar las interferencias que podrían dificultar el acuerdo», según expresó el propio líder independentista.