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DAVID GUADILLA
Martes, 6 de septiembre 2022, 17:34
Pedro Sánchez ha descartado que en los próximos meses se vayan a tener que adoptar medidas «apocalípticas» o «dramáticas», «ni apagones ni racionamientos», para frenar la subida de los precios o mitigar la crisis energética, ha anunciado compensaciones para la industria y ha defendido la ... validez de todas las iniciativas que ha puesto en marcha su Gobierno durante estos meses. Lo ha hecho durante su intervención en el Senado en un esperado cara a cara contra Alberto Núñez Feijóo. Un debate bronco por momentos, en el que ha buscado confrontar su modelo con el del PP -«los ciudadanos tienen que elegir entre el miedo y la esperanza, entre ser parte del problema o la solución»- y en el que ha cargado con dureza contra el líder del PP. Ha puesto en duda su »solvencia«, le ha acusado de continuas »meteduras de pata« y le ha reprochado »no olvidar quién le puso ahí: las grandes corporaciones«.
Sánchez había aceptado comparecer para intentar revertir el ascenso de Núñez Feijóo en las encuestas. A día de hoy todos los sondeos sitúan al PP por encima del PSOE y en el Gobierno la sensación es que todas las medidas que se están tomando para intentar frenar la crisis y mitigar sus efectos sobre todo entre la población más vulnerable no están siendo percibidas por la población, o al menos no están sacando réditos electorales de ellas. Sánchez ha sacado pecho e incluso ha asegurado que, en cierta medida, están siendo copiadas y alabadas en toda Europa. Pero, sobre todo, ha tratado por todos los medios de desgastar la figura de Feijóo.
Su visita a la Cámara alta llegaba tras insistir en los últimos días en que hay «poderes ocultos» que intentan controlar la democracia. El domingo fue más allá y vino a decir que Feijóo es un títere de las grandes corporaciones, que «llevan de la mano al PP». Un mensaje en el que ha incidido hoy de forma todavía más rotunda. Ha hablado de «cenáculos madrileños» y ha recalcado que el Ejecutivo «no tiene ninguna animadversión a la banca y a las eléctricas». Ha considerado «un orgullo» que haya empresas españolas reconocidas a nivel internacional, pero les ha pedido que «arrimen el hombro porque parte de ese éxito se lo deben a la sociedad española» y que «restituyan parte del favor».
De lo que se trataba esta tarde, o al menos lo que buscaba Moncloa, era confrontar dos modelos. Y a ello se ha dedicado Sánchez desde el primer minuto con una intervención en la que se ha esforzado en tratar de reforzar su imagen presidencial, de estadista, y que también ha aprovechado para anunciar nuevas medidas. Entre ellas, aprobar una excepción para que los grandes consumidores eléctricos industriales queden cubiertos de manera temporal por el «mecanismo ibérico». «Una medida excepcional, solicitada por la propia industria y de la que se beneficiarán sectores que representan el 20% del PIB industrial, como las empresas papeleras, del ladrillo, textil, fertilizantes...». Una iniciativa que exigía el PNV y que ya había sido pedida por el PP. En cualquier caso, Sánchez ha sido rotundo: «Vamos a ayudar a la industria con toda la fuerza del Estado».
Pero más allá de un debate sobre la situación energética, ha sido el arranque oficioso de la campaña electoral de cara a las generales del año que viene. Y eso se ha notado sobre todo en el turno de réplica. Sánchez, que tenía tiempo ilimitado para intervenir, ha ido directamente a por Feijóo. Le ha acusado de utilizar la guerra para «socavar y derribar al Gobierno», ha puesto en tela de juicio su capacidad de gestión y ha dicho que sus conocimientos sobre impuestos son «justitos». El líder del PSOE ha ido a degüello. Le ha acusado de recortar servicios en su etapa al frente de la Xunta y ha asegurado que durante las últimas semanas ha cometido «errores encadenados y abultados» que solo pueden ser producto de la «insolvencia o la mala fe». «Todo con el objetivo de echar al malvado Sánchez y al Gobierno socialcomunista», ha ironizado. Sánchez ha recuperado, además, la teoría de los poderes ocultos y le ha reprochado que «a los que usted representa no quieren acuerdos con el Gobierno progresista».
Sánchez ha mezclado los ataques a Feijóo con un discurso más 'pedagógico', en el que ha ido desgranando todas las medidas puestas en marcha en las últimas semanas –la excepción ibérica, los bonos de transporte...– frente al «no, no y no que el PP lleva diciendo toda la legislatura». «Dejen de hacer el ridículo», ha llegado a decir. Y sin mencionar de forma expresa a Feijóo en esta ocasión, Sánchez ha afirmado que «un responsable político no puede comportarse ni como un chamán ni como un curandero. Y lo que nunca puede hacer un responsable político es jugar con el miedo de la población. Sin confianza la recuperación será más lenta».
Sánchez ha reconocido lo evidente, que el retorno de las vacaciones será más complicado que en años anteriores, que «comprar los libros para el inicio del curso, un piso de alquiler» o «subir la persiana será más difícil». El presidente ha admitido que el futuro está rodeado de una «densa niebla de dudas» y ha puesto el foco en Putin. De hecho, ha venido a decir que todo dependerá de hasta dónde presione el presidente de Rusia con los cortes de gas. «Hasta donde querrá doblegar a Europa para que dejemos de ayudar a Ucrania». «No sabemos lo que va pasar, ni nosotros ni otros gobiernos».
Sánchez ha asegurado que lo único que se puede hacer es «prepararse para lo peor». Ha enumerado todas las medidas puestas en marcha: la apuesta por las renovables, por traer gas de otros países, por el ahorro y por la «unidad» de los países europeos. «Somos uno de los países que menos depende del gas ruso», ha enfatizado para alejar el miedo a posibles recortes y ha defendido la validez de unas medidas que permitirán cambiar «algunos hábitos de vida para defender nuestro modelo de vida». «No van a ser medidas dramáticas, ni apagones ni racionamiento de bombonas de butano... esas visiones apocalípticas que se lanzan desde la bancada de la derecha», ha lanzado Sánchez.
Con una inflación por encima del 10%, Sánchez ha vuelto a recalcar que el control de los precios también va a depender en gran medida de lo que haga Moscú. Eso sí, ha abogado por un «optimismo moderado». «Vamos a hacer todo lo posible para doblegar la inflación». Ha echado mano de diversos cálculos de organismos internaciones y ha vaticinado que la inflación va a ir cayendo, que al final de año puede estar entorno al 8% y que en 2023 bajará al 3%. «Pero estas previsiones se han equivocado otras veces», ha reconocido. Y en ese esfuerzo por confrontar modelos, Sánchez ha defendido el «despliegue de recursos públicos» de su Gobierno frente a la estrategia que puso en marcha el PP en la anterior crisis cuando su «reforma laboral despidió a millones de personas». «Mientras sea presidente del Gobierno, el Estado estará al servicio de los ciudadanos y no de los poderosos».
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