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La escena evocó por momentos la protagonizada por el rey Juan Carlos y el presidente venezolano Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana en la ciudad chilena de Valparaíso en 2014, aunque en esta ocasión el desenlace fue más jocoso y hasta arrancó las carcajadas de ... todos los presidentes autonómicos presentes en la sala del santanderino Palacio de la Magdalena.
Los tiempos de intervención de cada jefe de Ejecutivo regional estaban perfectamente tasados. Diez minutos justos de exposición y sin capacidad de réplica. Todo ello, según el Gobierno, para evitar que el debate se eternizara, que no para acallar las críticas hacia Pedro Sánchez. Uno tras otro los presidentes se fueron ajustando al reloj, incluso los más rebeldes como la madrileña Isabel Díaz Ayuso. Pero hubo una excepción, la del castellanomanchego Emiliano García-Page, a la sazón la voz más crítica hoy del PSOE con Sánchez singularmente por sus pactos con los independentistas. Pasaron sus diez minutos y Page continúo enumerando cada uno de sus argumentos, hasta el punto que el propio jefe del Gobierno tuvo que cortarle para señalar que su margen había concluido de largo. La respuesta de Page aunó una crítica abierta con la retranca. «Ya lo sé, presidente, pero si prorrateo los temas por los tres años que lleva esta Conferencia sin convocarse…», replicó antes de proseguir con su exposición, en medio de la carcajada de los presentes.
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Hasta la duración del parón para el almuerzo estuvo fijada con una precisión que a más de uno pudo haberle causado un atragantón. El menú, elaborado sin gluten, consistió de primero en una ensaladilla de langostinos o anchoas del cantábrico sobre tosta de sobao pasiego. De segundo, albóndigas de centollo o secreto asado con puré de manzana. Como postre, al que le dio tiempo de tomárselo, se sirvió una tarta de queso.
Los cuchillos que volaron de un lado al otro de la mesa dentro del Palacio de la Magdalena entraban dentro de todas las quinielas. Aún así, los líderes autonómicos pusieron su mejor sonrisa en los instantes previos al inicio de la conferencia, justo cuando el Rey los acompañaba. Todos los presidentes regionales formaron en línea para recibir a Felipe VI, a quien Sánchez dio la bienvenida al pie de su coche oficial. Durante la ronda de saludos, el monarca se detuvo a conversar con algunos de los mandatarios autonómicos. Con los que más se entretuvo fueron García-Page y el valenciano Carlos Mazón, protagonista tras la DANA. La de ayer fue la primera vez en la que el presidente de la Generalitat abandonó su comunidad tras la catástrofe del 29 de octubre. El jefe del Estado también intercambió unas palabras con el vicepresidente de Melilla, Miguel Marín, quien representó a la ciudad autónoma ante la ausencia de Juan José Imbroda por motivos personales.
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Sin duda el saludo con más morbo fue el de Sánchez y Díaz Ayuso, el primer encuentro cara a cara entre ambos en los últimos dos años y medio. Por el camino se han sembrado el «me gusta la fruta» de la baronesa para camuflar un insulto en la sesión de investidura, la denuncia de Hacienda por fraude fiscal contra la pareja de la presidenta madrileña, la posterior imputación del fiscal general por revelar datos del novio, el plantón al jefe del Ejecutivo cuando ella rechazó acudir a la Moncloa tras el pacto con ERC para la financiación singular de Cataluña o la reciente designación de Óscar López como aspirante socialista para desbancarla. Las gélidas miradas que se cruzaron una y otro hablaron por sí solas. Tampoco hubo química entre el presidente y Mazón después de las acusaciones que han vertido el uno contra el otro por la gestión de la DANA.
En el saludo protocolario previo a la foto de familia con el Rey pudo verse a don Felipe, recién llegado de su visita de Estado a Italia, y al presidente del Gobierno hablar cordial y animadamente. La imagen llegó después de que esta misma semana fuentes gubernamentales dieran a conocer el malestar de Exteriores con Zarzuela por la controvertida ausencia de representación española en la reapertura de la catedral de Notre Dame en París, a la que habían sido invitados el pasado sábado tanto los Reyes como el ministro de Cultura Ernest Urtasun. El ministro José Manuel Albares ya tuvo ocasión de abordar este asunto con el jefe de la Casa del Rey, Camilo Villarino, en el vuelo oficial a Roma, ese miércoles, y ambos dieron el asunto por zanjado después de que el primero asumiera la responsabilidad de la decisión de no participar en la cita internacional y se acordara reforzar la comunicación sobre este tipo de invitaciones.
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