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A. S.
OVIEDO.
Jueves, 17 de mayo 2018, 04:31
El ex presidente del Principado Juan Luis Rodríguez-Vigil, que dimitió a raíz del escándalo del 'Petromocho', aseguró ayer que, 25 años después de tan controvertidos acontecimientos, «sigo sin saber qué se pretendía» con aquella operación. Lo que sí tiene claro es que aquella polémica ... no tiene nada que ver con escándalos de corrupción que sí proliferaron años después. Lo que sucedió fue «la antítesis de la corrupción», opina.
Juan Luis Rodríguez-Vigil era presidente del Principado cuando se anunció la fallida inversión petroquímica en Asturias, por un montante superior a los 2.000 millones de euros de hoy en día y que propiciaría la creación de varios miles de puestos de trabajo entre empleos directos e indirectos. El compromiso acabó naufragando y derivó en su dimisión como presidente a los pocos días de que se confirmase el fraude de la instalación de una planta petroquímica entre Gijón y Carreño, con capital saudí.
Opina ahora Juan Luis Rodríguez-Vigil que la noticia adquirió una trascendencia superior a lo que merecía. En «cualquier otro sitio del mundo» donde el clima político fuese menos «ratonero» que el asturiano la dimensión del asunto no hubiera sido tal, aduce, convencido a ese respecto.
25 años después, el ex presidente socialista dice no entender los motivos que alimentaron aquella operación empresarial fallida. Pero sostiene con contundencia que no puede compararse en modo alguno con episodios de corrupción similares a los que proliferaron en años posteriores. Era «imposible» que aquella inversión derivara en un «aprovechamiento de dinero público», argumenta. Y, a continuación, remacha: «No había forma de sacar un duro de dinero público». De ahí que insista en desconocer los fines de los promotores de la fallida inversión.
Señala Juan Luis Rodríguez-Vigil que la lectura positiva de todo lo que sucedió entonces fue su alejamiento de la actividad política y sus sinsabores. «Me permitió estar ajeno al mundo de la política y de los partidos, y no es pequeña ventaja», anota, convencido de que de ese mundo «poco enriquecimiento intelectual y espiritual se puede sacar».
El expresidente del Principado termina su reflexión con una frase: «Hice bien sacudiendo el polvo de las zapatillas» y dejando la política.
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