La anfitriona estaba sobre las 10 de la mañana en el Teatro Real. Era el segundo día de su agenda paralela con las parejas de los líderes de la OTAN. Ya no estaba Jill Biden, que se había despedido con una agradecimiento público en Twitter: « ... los lazos de amistad nos mantiene juntos, unidos tanto en la alegría como en la necesidad. Gracias a su majestad la reina», escribía la primera dama de Estados Unidos.
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Desde los alrededores de Ópera, en el centro de Madrid, llegaron por separado los asistentes a la última sesión de la otra cumbre, la de Letizia, en coches oficiales o incluso a pie, como Gauthier Destenay, marido del primer ministro de Luxemburgo. A pesar de lo que podría ser una reiteración, o a la acumulación del cansancio, el grupo volvió a ser nutrido. Catorce primeras damas y dos caballeros se juntaron en el escenario del Palacio Real, para la primera foto oficial del día.
Había más relajamiento, incluso complicidad y abrazos. También más elegancia. Como anécdota, el día en que la imagen del calzado de algunas primeras damas ocupaba las tertulias televisivas, ninguna de las que acudió al Teatro Real hoy llevaba alpargatas. La reina Letizia, con vestido rojo, condujo a sus acompañantes a una cata de aceite de oliva. En el Salón Falla, las asistentes se sentaban de dos en dos en mesitas altas con tres frascos de aceite de oliva del Laboratorio Agroalimentario de Córdoba para catar.
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Con Begoña Gómez, esposa del presidente de Gobierno español, como coanfitriona. estaban presentes Ingrid Schulerud, esposa del secretario general de la OTAN, Linda Rama, de Albania; Jodei Haydon, de Australia; Annik Penders, de Bélgica; Andri Anastasiades, de Chipre; Sanja Music Milanovic, de Croacia; Brigitte Macron, de Francia, que esta vez sí fue puntual, Andrea Levite, de Letonia; Diana Nausediene, de Lituania; Lidija Dukanovic, de Montenegro; Elizabeta Pendarovska; de Macedonia del Norte, y Agata Kornhauser-Duda, de Polonia, y los dos hombres de la comitiva Juraj Rizman (Eslovaquia) y Destenay.
Del día anterior en La Granja y el Reina Sofía, las que faltaban, además de Biden, eran Kim Keon-hee, primera dama de Corea del Sur, y Emine Erdogan, de Turquía.
Mientras en Ifema las ministras de Defensa de Alemania y de España daban la primera rueda de prensa solo de mujeres en la historia de la OTAN y anunciaban la presencia de más mujeres soldado en las zonas en conflicto para frenar las violencias sexuales, las consortes probaron un desayuno mediterráneo, y recibieron una bolsa de comida de Alimentos de España como obsequio.
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Después de charlas sobre los beneficios de este tipo de alimentación y del funcionamiento del teatro, ofrecido por sus autoridades, vino una sorpresa, un cante de Kiki Morente, hijo de Enrique Morente, en el Salón de Baile. Fue una de esas casualidades que no lo son tanto. El cantaor, que también ha protagonizado algún capítulo de la prensa rosa, se encuentra ensayando en el teatro un homenaje a su padre. Las circunstancias se cruzaron y las consortes pudieron disfrutar en el escenario de algo parecido a aquella fiesta en la que una discográfica reunió a algunos de sus músicos para un cante a Jill Biden y sus nietas.
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Pero no hay fotos de aquello, y no se sabe, pues en el Teatro Real son herméticos, si hubo baile o intento de flamenco. Después el grupo presenció parte del ensayo de la ópera 'Nabucco', de Verdi.
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La 'otra cumbre' finalizó justo a tiempo para no causar ruido en los medios en el momento en que los maridos dieran sus ruedas de prensa con los balances por países de esta cumbre de la OTAN, que ya acaba.
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