
Por si alguien tenía alguna duda, Carlos Mazón está dispuesto a continuar al frente de la Generalitat valenciana y a hacerlo, por añadidura, aferrado ... al pacto presupuestario con Vox que se ha convertido en su tabla de salvación, al menos momentánea, cuando el salvoconducto de la reconstrucción comenzaba a quedarse sin activos por su cada vez más insostenible posición política. En apenas dos semanas, cuando los vientos para que Alberto Núñez Feijóo le empujara a renunciar arreciaban en modo temporal, Mazón ha dado prueba de su resistencia: primero, se abrió un paraguas procesal por la vía de admitir que había llegado al Cecopi la tarde fatídica del 29 de octubre incluso más tarde de lo que había dado a entender con su sucesión de versiones no coincidentes; y ahora, se dota de un valioso escudo –el proyecto presupuestario volcado en la dana– para sobrevivir políticamente.
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En los 35 minutos de su comparecencia sin preguntas y sin asomo de autocrítica, flanqueado por la portavoz del Consell, Susana Camarero, y de su consejera de Hacienda, Ruth Merino, Mazón podía haber presentado su renovada alianza con Vox en términos menos entusiastas para no obligar a la dirección del PP a argumentar a lo largo del todo el día que lo anunciado por su barón –cuestionamiento del Pacto Verde europeo y rechazo frontal a la inmigración ilegal– no remueve los cimientos del discurso de Feijóo. El barón que precipitó antes que ningún otro su entente con la derecha extrema antes de las generales del 23-J, en las que Sánchez aguantó agitando el miedo a «la ultra», aseguró ayer que este nuevo pacto no solo es «presupuestario», sino para «un plan de impulso» de la comunidad. «Un nuevo marco político» destinado a durar, por tanto, y a actuar como ariete frente a las izquierdas valencianas y La Moncloa, a la que culpó de los estragos de la catástrofe por regatear a Valencia infraestructuras y recursos.
En su intervención, Mazón entremezcló la dana con un viaje al Ejecutivo por la quita de la deuda pactada por Esquerra y con una parada significativa en la inmigración, cuyo acotamiento es exigencia de cabecera de Vox. El president, que amagó con ligarla a los pillajes registrados tras las riadas, aseguró como pedían los de Abascal que su comunidad no acogerá un menor no acompañado más mientras Sánchez permita que haya regiones «saturadas» y reclamó «agilizar con urgencia las expulsiones» de los sin papeles.
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