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El Partido Popular está dispuesto a hacer leña del árbol dañado por las últimas polémica de María Jesús Montero. Si la vicepresidenta primera del Gobierno ... ya se había habituado a convertirse en el objetivo de buena parte de las interpelaciones del primer partido de la oposición en las sesiones de control al Gobierno los miércoles en el Congreso, le aguarda una semana en la que el PP buscará erosionar su posición por una doble vía: su reprobación este martes, en el Senado, ya anunciada y apoyándose en la mayoría absoluta que atesoran los de Alberto Núñez Feijóo; y dirigiéndose a ella en la Cámara baja para que dé explicaciones por la falta de un proyecto de Presupuestos actualizado.
Montero, la mujer con más poder del Gobierno y también la figura política que acumula mayores responsabilidades por la entidad de las mismas -es la número dos de Sánchez en el Ejecutivo y el PSOE, ministra de Hacienda, negociadora con sus exigentes socios de investidura y ahora, también, líder de los socialistas en Andalucía- atraviesa días complejos en sus múltiples flancos. Hace diez, y aunque la solución encontrada vino a saldarse en tablas, cedió ante Yolanda Díaz para dejar exento de tributación en el IRPF del salario mínimo, aunque consiguió que se acote a solo este año a la espera de lo que acabe aprobando el Congreso.
Pero ha sido en la última semana cuando los jardines se le han multiplicado a la vicepresidenta. Montero proclamó en un mitin en el congreso provincial de los socialistas en Jaén que la absolución de Dani Alves de haber violado a una joven en una discoteca de Barcelona, por resolución del Tribunal Superior de Cataluña, le resultaba una "vergüenza" y lamentó que los jueces antepongan la presunción de inocencia a las denuncias por agresión sexual de las mujeres. El cuestionamiento de un derecho constitucional básico obró el infrecuente efecto de poner de acuerdo a todas las asociaciones de magistrados y fiscales en una reprobación secundada por el Consejo General del Poder Judicial, mientras el PP exigía la dimisión de la vicepresidenta.
Esta acabó por disculparse, aunque quejándose de que los togados no reaccionen con la misma celeridad ante las manifestaciones de otros partidos, en alusión a los populares. Pero para entonces no solo esta polémica se había desatado, sino también otra, alentada en el curso de los actos de partido que protagonizó el pasado fin de semana en Jaén y en Málaga y en los que cargó contra las políticas de la Junta andaluza encabezada por el popular Juanma Moreno. Sus intervenciones preludiaron el revuelo generado por la ofensiva del Gobierno contra las universidades privadas que no cumplan unos estándares de calidad.
La vicesecretaria de Organización del PP, Carmen Fúnez, ha certificado este domingo que su partido reprobará el martes en el Senado a la número dos del Gobierno, a la que definió como integrante de "la cantera" del fraude de los ERE, por haber puesto en solfa la presunción de inocencia. En paralelo, interpelará al día siguiente en el Congreso a Montero por la renuncia a presentar un proyecto de Presupuestos en tanto el Ejecutivo no tenga amarrado el apoyo de sus socios, algo que se interpreta ya como poco menos que inviable porque a las dificultades existentes se ha sumado ahora la diatriba en la izquierda por el aumento del gasto militar exigido por la OTAN y la UE.
Gasto sobre el que los los populares también exigen "transparencia" a Montero, en alusión a los 2.000 millones vía transferencia de crédito que aprobará también el martes el Consejo de Ministros para engrosar los recursos del Ministerio de Defensa. Desde que Trump anunciara la imposición de sus aranceles, y en paralelo a haber enviado al vicesecretario de Economía, Juan Bravo, a la reunión convocada por el ministro Carlos Cuerpo, los populares han agitado privadamente un supuesto desplazamiento de las conversaciones de la vicepresidenta primera. Los socialistas no ocultan el papel preeminente del titular de Economía, que es quien se ha hecho más visible en estos meses sobre las políticas del presidente estadounidense.
Pero en los prolegómenos de una semana que va a continuar condicionada por los aranceles impuestos por Donald Trump a las economías de todo el mundo, con comparecencia del ministro Carlos Cuerpo el miércoles en el Congreso para explicar el plan de activación de 14.000 millones para arropar a los sectores afectados y el viaje a China del presidente Sánchez, Montero y Fúnez, que hoy estaban en sendas convocatorias partidarias, se han interpelado recíprocamente sobre la actitud de unos y otros en la respuesta a la crisis geopolítica desatada por el presidente de Estados Unidos.
La vicepresidenta primera ha martilleado sobre el clavo con el que los socialistas vienen exigiendo al PP que aparezca "cuando se le necesita" y que se coloque del "lado correcto de la Historia" rompiendo todos sus pactos con Vox. Los populares no se dan por aludidos, reivindican que Feijóo actuará como jefe de filas de "un partido de Estado y de Gobierno" y avisan de que no se fían "ni un pelo" de Pedro Sánchez; tampoco en la gestión del vuelco al libre comercio mundial. Para Montero, en unas declaraciones reiteradas luego por el ministro Félix Bolaños, solo el divorcio con la extrema derecha permitirá que "se abra camino el sentido común". Para Fúnez, la víspera de que Feijóo se reúna con las comunidades pilotadas por el PP y los sectores afectados por las tasas de Trump, Sánchez ha de primar "los intereses de los españoles" sobre los suyos sin recurrir a "atajos" ni "triquiñuelas" cuando su plan de ayudas pase por el Congreso. Una prevención que ha incluido la pregunta de si viaja esta semana China para defender los compartidos o solo los de su "embajador", el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Pero quien ha exhibido hoy una palpable incomodidad ante la crisis arancelaria ha sido Santiago Abascal, con Vox teniendo que conjugar el apoyo cerrado de su líder al trumpismo con unos aranceles que lo dejan solo en el panorama político español y ante los sectores más repercutidos; entre ellos, el agrario, uno de los caladeros del partido. Interrogado por su posición, Abascal ha dicho que esta era la última vez que se refería a la misma dado que existe una voluntad de "manipular" sus valoraciones. El dirigente de la derecha extrema ha llegado a tildar las preguntas de "absurdas" porque él y los suyos "siempre" defenderán a los españoles y ha remarcado que "el peor arancel" es "el de la casta corrupta", la defensa del Pacto Verde que sitúa detrás de la dana valenciana, el sostenimiento de patronales y sindicatos o "gastarse el dinero en putas".
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