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A. MORIYÓN
OVIEDO.
Jueves, 26 de julio 2018, 03:45
Fiscalía y acusación particular mantuvieron ayer, en la última sesión del juicio contra José Ángel Fernández Villa por un delito de apropiación indebida continuada, la petición de pena de cárcel de cinco y seis años, respectivamente, para el ex secretario general del SOMA. El fiscal ... Enrique Valdés-Solís pide además una multa de diez meses a razón de 150 euros al día, mientras que la acusación, que ejerce el SOMA a través del bufete Ontier, la eleva a doce meses y 180 euros diarios. También solicitan el reintegro al sindicato minero de los 434.158 euros que, según sus conclusiones, Villa se habría apropiado entre 1989 y 2012.
Tanto el Ministerio Público como la acusación coinciden en que la conduzca delictiva del exlíder sindical obedece a un «plan continuado» para la descapitalización del patrimonio del SOMA que se remonta, al menos, a 1989 y que, por lo tanto, interrumpe la prescripción que plantea la defensa. El fiscal advierte también de que cualquier decisión en el sindicato tenía que ser respaldada por Villa y que fue él quien «se metió el dinero en el bolsillo», negando de esta forma la responsabilidad del resto de los miembros de la junta o trabajadores. También la de Juan Cigales, el contable, a quien el investigado apuntó como responsable de cualquier irregularidad en la contabilidad, puesto que «no tenía capacidad para decirle a la persona que más poder tenía en Asturias en ese momento, que además era su jefe, que no le pagaba los gastos aunque no presentara los tíquets».
Fiscal y acusación mantienen, de hecho, que Villa ejercía un poder total, ya no solo en el seno de la organización, donde en palabras del fiscal «gobernaba con mano de hierro», sino también a nivel regional e incluso nacional. «Movía los hilos, era el amo y nadie osaba discutir lo que él decía», argumentó Enrique Valdés-Solís. El abogado de la acusación, Miguel García Vigil, llegó a afirmar que Villa utilizó la fusión del SOMA con Fitag para mantener, en la junta de administración del SOMA, «una estructura a su imagen y semejanza, sin control», y donde su poder era «omnímodo», resolvió. Hasta el punto, añadió, que ejercía un «férreo control» sobre el resto de los miembros y de los trabajadores, incluido el contable, Juan Cigales, al que se le indicó que «'apuntara y chitón'» y que para hacer su labor tenía «cola de aquí a La Felguera».
Ambos dan por acreditada la apropiación por parte del exdirigente de los cheques de Hunosa dirigidos al pago de las dietas por asistencia al comité intercentros y también el pago por parte del SOMA de dos coches que Villa usaba como propios y tenía a su nombre. Pero también, añaden, ven totalmente injustificadas las compras que el acusado atribuyó a gastos de representación y que, enumeran, van desde joyas, prendas de moda, perfumes, gastos en una óptica, puros, flores y hasta artículos de la cesta de la compra. «Hay hasta fruta, chicles y una docena de huevos», citó el fiscal, quien comentó también de los escasos gastos registrados en sus cuentas personales porque usaba el patrimonio del sindicato como personal. «Películas del Oeste, libros de todo tipo, tinta para la impresora de su hija y hasta una comida a nombre de su esposa», añadió García Vigil, quien alertó de que al menoscabo económico hay que sumarle el daño provocado a la imagen del sindicato.
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