La peligrosa división de Ciudadanos

Ciudadanos es un partido que se autodefine «de centro, liberal y progresista» pero que, en la práctica, desde sus orígenes alberga un amplio abanico de sensibilidades que no han hecho más que rivalizar por el poder interno de la formación. Las distintas etapas por las que ha caminado el partido a nivel nacional han definido de alguna manera la correlación de fuerzas entre los dos sectores en Asturias, y la dimisión de Albert Rivera, con la consiguiente destitución de Ignacio Prendes como portavoz autonómico y el nombramiento de Nacho Cuesta, habría marcado en los últimos tiempos un giro hacia la derecha con el que algunos dirigentes asturianos no se encuentran cómodos.

Un posicionamiento que, por otra parte, Inés Arrimadas habría modificado en las últimas semanas mostrando un claro acercamiento al PSOE de Pedro Sánchez, y provocando dimisiones entre el sector más crítico con el Gobierno.

En Asturias, al menos de cara a la galería, incluso el sector más conservador ha cerrado filas con las últimas decisiones de Arrimadas, aunque es evidente la división interna entre los más críticos con el PSOE y los más proclives a llegar a acuerdos en la Junta.

Unas diferencias políticas que tienen ya su reflejo en clave organizativa. No hay en la formación naranja un criterio único sobre las responsabilidades y funciones que debe asumir cada cargo, ni tan siquiera sobre su nivel jerárquico. Por un lado hay quien reivindica la figura de Nacho Cuesta como la de mayor rango autonómico del partido por su condición de portavoz, pero también por sus responsabilidades como teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Oviedo, donde gobierna con el PP. Del otro lado están quienes entienden que la portavoz del grupo parlamenterio en la Junta General, Laura Pérez Macho, que mantiene una buena relación con el PSOEy el Gobierno socialista, debe ser considerada la máxima líder del partido a la hora de abordar cuestiones de ámbito regional, por ser el principal cargo institucional de Ciudadanos en el Parlamento.

Los que defienden la autoridad de Nacho Cuesta argumentan, además, que los nuevos estatutos nacionales del partido refuerzan la figura de portavoz autonómico otorgándole unas competencias superiores a las que tenía hasta ahora. Pero también que hay cuestiones políticas «que trascienden del ámbito parlamentario» y que corresponde dirimir en la comisión ejecutiva que él lidera e, incluso, aducen que como estrategia de comunicación «resulta más atractivo mediáticamente la figura del teniente de alcalde de la capital del Principado que la de un diputado que está en la oposición».

Este criterio no es compartido, en absoluto, por el otro sector más vinculado al centro izquierda. Los críticos con los posicionamientos de Cuesta argumentan que sus responsabilidades en el partido deben limitarse a aquellas que genera su condición de teniente de alcalde y su cargo orgánico como portavoz, «para difundir los acuerdos del comité autonómico, cuando este se reúna de forma oficial». Incluso apuntan a su condición de «portavoz en funciones» –todos los miembros de la ejecutiva asturiana lo están– para recriminarle que se posicione públicamente sobre las cuestiones que, consideran, deben ser debatidas por el grupo parlamentario.

Han molestado, concretamente, manifestaciones de Cuesta sobre posibles negociaciones presupuestarias con el Gobierno socialista y reivindicaciones al Ejecutivo autonómico de medidas económicas para superar la crisis que ha dejado el coronavirus que el grupo parlamentario tenía descartado plantear.