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Pintada contra Iglesias en la carretera de acceso a Felgueras. J. C. Román
Iglesias: «No hay derecho a que mis hijos sufran las consecuencias de mis tareas políticas»

Iglesias: «No hay derecho a que mis hijos sufran las consecuencias de mis tareas políticas»

El vicepresidente agradece la acogida de Asturias y advierte a quienes le han «acosado» de que «el odio no frena nuestro trabajo»

e. paneque

Miércoles, 19 de agosto 2020, 00:53

Horas después de que Pablo Iglesias, Irene Montero y sus tres hijos abandonaran sus días de descanso en Felgueras (Lena), el vicepresidente segundo delGobierno y la ministra de Igualdad han roto su silencio. Y como viene siendo habitual en ellos, a través de sus perfiles en redes sociales, han dado su versión sobre esta precipitada marcha que, en cualquier caso, no estaba previsto que se prolongara muchas más jornadas. Iglesias huyó de cualquier «victimismo» porque «no va conmigo», pero sí denunció que «no hay derecho a que mis hijos tengan que sufrir las consecuencias del compromiso y las tareas políticas de sus padres». La ministra de Igualdad ahondó en esa misma idea culpando al «miedo y odio» de la «extrema derecha» como arma que utilizan para el «avance de la democracia y los derechos sociales». «Su agresividad es su debilidad», concluyó.

Además del apoyo público de otros miembros del Gobiernos y del propio jefe del Ejecutivo, el presidente asturiano, Adrián Barbón, reiteró –ya lo había hecho el mismo lunes– su solidaridad con los dirigentes de Podemos. «Toda mi trayectoria política la he desarrollado sin insultar, sin acosar, sin agredir ni violar la vida privada de nadie. Por eso lo condeno con todas mis fuerzas porque, sencillamente, me parece miserable. Ni todo vale, ni todos valen», escribió en las redes sociales. Además, se preguntó «si tanto cuesta defender tus posiciones sin agredir».

Pero, como es lógico, la mayor parte de los mensajes llegaron desde las propias filas de la formación morada. En el caso de Asturias, su secretario general, Daniel Ripa, calificó como «doloroso» que cualquier persona, «sea o no miembro del Gobierno», tengan que abandonar Asturias por recibir «insultos y amenazas injustificables». Asimismo, confió en que la Policía investigue si se ha cometido un delito de odio y recalcó que «quienes han impulsado este acoso no representan lo que es Asturias, una tierra tolerante y de acogida donde todas las personas son bienvenidas». Por su parte, la diputada de Unidas Podemos y portavoz adjunta de esta formación en el Congreso, Sofía Castañón, expresó –en asturiano–que «Asturies ye tierra onde sentite bienllegáu. Nada que ver col odiu y acosu que sufrieron Irene Montero y Pablo Iglesias, que ta tardando en investigase pola Fiscalía como lo que ye, delitu d'odiu».

Pintadas en el pueblo

Pero, entre tanta denuncia al hostigamiento y acoso recibido, tanto Pablo Iglesias como Irene Montero, quisieron manifestar lo que se llevan, en positivo, de su breve visita a Folgueras. Los agradecimientos tuvieron principalmente dos nombres propios, a los anfitriones del lugar donde estuvieron hospedados y al restaurante Casa María, «por traernos la mejor fabada que hemos comido nunca».

Precisamente, este establecimiento se vio obligado a hacer público el lunes un comunicado a raíz de los «ataques» que estaban recibiendo: «Nuestra casa se desvincula totalmente de cualquier inclinación ideológica, siendo el respeto y la educación lo único que prima entre nosotros», escribieron el lunes.

Ese mismo día es cuando Iglesias y Montero tomaron la decisión de regresar a Madrid. Lo hicieron tras los múltiples mensajes publicados en las redes sociales sociales con la ubicación del lugar en el que se encontraban, y en los que se «animaban a pasarse a «saludar» y en una pintada escrita sobre la carretera de acceso a Felgueras y en la que se leeía: «Coletas, rata».

Desde su llegada a esta localidad lenense, el viernes, el Iglesias, Montero y sus hijos se alojaron en una casa de la familia de Enrique Santiago, secretario general del PCE y diputado de Unidas Podemos. Este, denunció en las redes sociales el «acoso» protagonizado por una «extrema derecha» que «supura odio». Para él también tuvo ayer palabras de afecto el vicepresidente: «Gracias a Enrique y a su familia por ser los mejores anfitriones», escribió en las redes sociales, unas palabras que hizo extensivas a «Ramón, minero jubilado y rojo que está orgulloso de que su hijo sirva en la Guardia Civil y que hizo que mis hijos vieran por primera vez gallinas, patos, ocas y caballos».

Iglesias y Montero, ya a su llegada el lunes a su residencia en Galapagar, fueron increpados por varias personas que estaban concentrados ante la vivienda, según han indicado fuentes de su entorno. Se trataba de las mismas personas que se concentran a diario desde el pasado 15 de mayo frente a su domicilio, y contra cuyo organizador Iglesias interpuso una querella hace unos días.

«Los insultos no tienen cabida en nuestra sociedad», dice Sánchez

Pablo Iglesias e Irene Montero recibieron ayer el respaldo público del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A través de su cuenta en Twitter, el jefe delEjecutivo no solo trasladó su «cariño y solidaridad» con los dos miembros de su Consejo de Ministros, sino que aprovechó la ocasión para recalcar que «frente al odio y la intolerancia siempre defenderemos el respeto, la democracia, la libertad». «El acoso, las amenazas y los insultos no tienen cabida en nuestra sociedad», añadió Sánchez.

Las del presidente del Gobierno no fueron las únicas palabras de apoyo que llegaron desde el Ejecutivo, todas ellas a través de las cuentas en redes sociales. También lo hicieron otros integrantes del gabinete como Teresa Ribera, José Luis Ábalos y Juan Carlos Campo.

El ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana advirtió de que «rebajar la gravedad de lo ocurrido equivale a normalizar la intimidación y el fascismo; ninguna democracia ampara el hostigamiento por motivos ideológicos». Por su parte, el ministro de Justicia, se expresó en líneas muy similares: «El acoso político no cabe en una sociedad democrática». La ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico se preguntaba ayer si «¿esta es la cara de la sociedad que queremos?»

Otra de las instituciones del Estado, en este caso elCongreso de losDiputados, también se sumó a las muestras de solidaridad a través de unas palabras de su presidenta, Meritxell Batet. «Este tipo de actitudes no son admisibles en democracia», señaló la socialista, quien lamentó el «acoso» que sufren sendos dirigentes «en su vida privada».

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