Ortuzar opta a seguir al frente del PNV con la legislatura en el aire

Se abre ahora, a partir de este lunes 20, el proceso interno a doble vuelta en el que las bases pueden proponer a sus candidatos; los que obtengan el respaldo de tres o más organizaciones municipales pasarán a la siguiente fase y después serán las asambleas territoriales las que avalen la lista definitiva de burukides. Precisamente, por respeto al procedimiento Ortuzar se limita a dejar en manos de la militancia la decisión y a pedir una participación masiva, aunque el partido asume que el líder se postula para seguir hasta 2029. No podía decirlo de otra forma. Porque en caso de querer echarse a un lado, lo hubiera dicho, tal y como hicieron los tres presidentes de las territoriales que acaban de dejar sus cargos: Itxaso Atutxa (Bizkaia), Joseba Egibar (Gipuzkoa) y José Antonio Suso (Álava).

«Llevo doce años en la presidencia del EBB y he vivido de todo en este periodo. Mis compañeras y compañeros de EBB saben cuál es mi posición, expresada en la reunión que mantuvimos el 8 de julio y ratificada el pasado lunes. La ración de ego que todos y todas tenemos está colmada en mi caso. Sinceramente, creo que también está probada mi capacidad de compromiso y dedicación a la causa abertzale y jelkide», explica. Sin embargo, acto seguido y en el último párrafo, dice la frase clave de esta larga carta a la militancia: «Toca ahora escuchar las propuestas que salgan de nuestros batzokis. Yo estoy a disposición de este partido para lo que necesite. Donde la afiliación crea que soy más útil, allí estaré».

La decisión, sólo conocida por su círculo más estrecho, se produce después de una larga y profunda reflexión en la que la cúpula del partido había puesto encima de la mesa los diferentes pros y contras que existían para apostar por la continuidad o dejar paso a Aitor Esteban, portavoz en el Congreso de los Diputados, que se había dejado querer en los últimos días. Porque en caso de no haber sido Ortuzar, Esteban era el elegido. O plan A o plan B. La margarita jeltzale sólo tenía dos pétalos. Es verdad que a lo largo del proceso que ahora se abre pueden salir diferentes candidatos propuestos por las organizaciones municipales, pero pese a la complejidad de este tipo de procedimientos, el escenario siempre ha sido bastante evidente, como quedó claro en el reciente proceso de renovación de las ejecutivas territoriales.

Aferrado a la máxima ignaciana que advierte de que 'en tiempo de desolación, nunca hacer mudanza', Ortuzar se queda. Y lo hace por varios motivos. Primero, para dar tranquilidad al nuevo lehendakari, Imanol Pradales, que llegó al cargo asumiendo la pesada losa de sustituir a un Iñigo Urkullu, que se veía con fuerzas para seguir pero que fue 'invitado' a dar un paso a un lado porque era el momento de la renovación generacional del partido y evitar el temido 'sorpasso' de la izquierda abertzale. Urkullu estuvo tres legislaturas, las mismas que ha estado Ortuzar.

El PNV, finalmente, logró salvar el 'match ball' de las elecciones autonómicas de abril de 2024 haciendo a Pradales lehendakari tras sellar su enésimo pacto con el PSE. Es verdad que empató a escaños con EH Bildu, pero fue la primera fuerza en votos. Con esta victoria el partido había logrado cuatro años de oxígeno para afrontar la gran batalla nacionalista que se librará en mayo de 2027, con la celebración de las elecciones municipales y forales, y en abril de 2028, con las autonómicas.

Y si el escenario es muy complejo en el contexto vasco, qué decir de la política española, donde la polarización es extrema y el Gobierno de coalición PSOE-Sumar liderado por Pedro Sánchez pende constantemente de un hilo movido desde Waterloo por Carles Puigdemont.

Son muchos los acuerdos alcanzados que toca llevar a la práctica, y no solo en cuestiones técnicas como puede ser el cumplimiento íntegro del Estatuto de Gernika. El asunto político de mayor calado de este año y en el que el PNV ha puesto toda la carne en el asador es el impulso a un nuevo estatus que, como mínimo, reconozca a Euskadi como nación e incluya de una u otra forma el llamado derecho a decidir.

Un cometido para el que Ortuzar ha tomado las riendas manteniendo de forma discreta reuniones con los dirigentes del resto de partidos vascos. De hecho, esta era una de las pistas que invitaban a pensar que al final iba a pasar lo que ha sucedido: no tenía mucho sentido que hiciera esto para luego echarse a un lado.

Ortuzar se queda y lo hace pese a las voces críticas, minoritarias eso sí, que surgieron en el reciente proceso interno para renovar las ejecutivas territoriales. Él y la actual cúpula del EBB consideran que puestos en la balanza, los pros pesan mucho más que los contras. ¿Y lo de la renovación generacional? Ahí está Arnaldo Otegi, nacido en 1958, cuatro años antes que un Andoni Ortuzar que a partir de abril afrontará su cuarto, último y más peligroso mandato porque acabar con la hegemonía del PNV ha dejado de ser una fantasía de la izquierda abertzale para ser una hipótesis real que en última instancia siempre dependerá, eso sí, de la voluntad del PSE-EE.