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El último día de campaña y con todas las encuestas señalándola como vencedora indiscutible, Isabel Díaz Ayuso se enfundó el traje institucional para celebrar el 2 de Mayo, día grande de la Comunidad de Madrid. Un acto en el que la presidenta regional y candidata del PP a la reelección rindió homenaje a los caídos contra las tropas napoleónicas en 1808 y, de paso, aprovechó para venderse. La ceremonia se convirtió en el último gran escaparate electoral camino de las urnas en el que Díaz Ayuso hizo una defensa de la libertad, el eje de su campaña. «El pueblo de Madrid –afirmó en su discurso– se echó a la calle para demostrarle al mundo que no hay bien más preciado que la libertad, que es la que da sentido a la vida».
De nada sirvió que sus adversarios políticos vigilaran de cerca para que el acto no adquiriese tono mitinero. Hasta en ochos ocasiones la mandataria autonómica coló en su discurso la palabra «libertad», que se puede leer en los carteles y bandeloras que abarrotan las calles de la capital. «Es el leitmotiv de esta ceremonia», justificaron después desde el Gobierno madrileño.
Hasta la Casa de Correos se acercaron los candidatos que medirán mañana sus respaldos en las urnas. El cabeza de lista de Ciudadanos, Edmundo Bal, dejó aparcada su Harley y se puso de tiros largos para acudir a la cita y pedir, ya de paso también, el voto para su partido que tiene todas las papeletas de quedarse fuera del Parlamento regional. Tras él, fueron desfilando Angel Gabilondo (PSOE), Mónica García (Más País) o Rocío Monasterio (Vox). «Esperemos que este sea el último acto de la señora Ayuso», dijo García, que prefirió no quedarse a la ceremonia para no tener que ver cómo la expresidenta Cristina Cifuentes recibía su condecoración. La hija pródiga regresaba a «casa», libre de «cargos y de cargas» tras quedar absuelta por el 'caso Máster' y con buenas palabras para Ayuso.
Quien ni siquiera hizo acto de presencia en la Puerta del Sol fue el candidato de Podemos, Pablo Iglesias, que desde Móstoles justificó su ausencia en los actos institucionales del Dos de Mayo porque ensalzan, en su opinión, «al Madrid de las elites, los grandes apellidos y las oligarquías». «No me he encontrado ni a Pablo ni a ningún ex», ironizó la dirigente del PP mientras iba de grupo en grupo saludando a los invitados.
Ayuso tuvo que salir al paso de un micrófono indiscreto que captó una breve conversación con el presidente de la Federación Madrileña de Municipios en la que aseguraba tener ganas «de que esto pase, porque es un plomo increíble». Según explicó la candidata, ambos hablaban de la confrontación existente entre los responsables políticos con motivo de la campaña y no de la ceremonia como se podría interpretar.
Muy cariñosa se vió a la presidenta con Cifuentes o con Esperanza Aguirre, una de sus más férreas defensoras y a quien le une un vínculo especial. En su época como responsable de redes del PP, Ayuso gestionó la cuenta en Twitter de 'Pecas', el perro de la marquesa. Menos efusiva estuvo con su antecesor Ángel Garrido, que también fue premiado en la gala, o con su exvicepresidente Ignacio Aguado, con quien ni siquiera cruzó palabra tras su traumático divorcio a raíz del adelanto electoral.
La anécdota de la jornada la puso Nacho Cano, al que la líder del PP le entregó la Gran Cruz de la Orden del Dos de Mayo. El músico agradeció a Ayuso su discutida decisión de mantener abiertos los teatros, los cines y los bares, y se desprendió de la banda que acompaña a la condecoración para ponérsela a la presidenta, que no pudo dejar de emocionarse. Una «valiente», afirmó el ex de 'Mecano', por su decisión de no cerrar durante la pandemia.
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