Secciones
Servicios
Destacamos
A. M. / P. L.
OVIEDO.
Sábado, 13 de julio 2019, 02:06
Teresa Mallada tenía, como los otros portavoces parlamentarios, cuarenta y cinco minutos para fijar su posición con respecto a la candidatura de Adrián Barbón como futuro presidente del Principado. En cambio, tal y como observó el propio líder socialista, la ingeniera allerana utilizó buena parte de su tiempo para hacer una suerte de discurso de investidura en el que, además de desgranar su propio programa, aprovechó para dejar mensajes en clave interna. «Parte de su intervención no era para mí, sino para otros, u otras en este caso», soltó Adrián Barbón desatando las risas de la Cámara, donde la mayoría de los presentes también habían relacionado las palabras de Teresa Mallada con la crisis interna que atraviesan los populares y las discrepancias entre la portavoz del grupo parlamentario y la dirección autonómica de esta formación, que lidera Mercedes Fernández.
Sorprendió en el hemiciclo que Mallada aprovechara esta intervención para agradecer el apoyo que había recibido en las pasadas elecciones, a pesar de las «tristes y desalentadoras circunstancias que he vivido en la campaña electoral» e, incluso, se quejara de la «grave campaña de acoso personal llena de insidias y ataques» -acusaciones rechazadas por la Fiscalía- que sufrió desde su proclamación como candidata. Unos por parte del secretario general de Podemos, Daniel Ripa, y otros de forma anónima.
Mallada no lo dejó aquí. También se refirió a su etapa como máxima responsable de la empresa pública Hunosa y reconoció que era cierto que su puesto «peligró en varias ocasiones», pero quiso dar a conocer su versión de los hechos y aseguró que fue precisamente su defensa de los intereses de Asturias y de la compañía pública la que la colocó en esa tesitura. «He defendido el carbón y la continuidad de la empresa Hunosa por encima de mis siglas y mi cargo», dijo provocando el aplauso de su bancada.
Barbón consideró que parte del discurso de Mallada no iba dirigido a él y se permitió la licencia de hurgar en la herida ajena. «Yo la reconozco como líder de la oposición. No sé si todos en su partido le quieren reconocer el estatus», apuntó.
La crisis interna del PP entró así en un debate de investidura en el que el presidente de la Junta General, Marcelino Marcos Líndez, ejerció de maestro de ceremonias sin grandes cortesías en cuestión de tiempos. Llevó a rajatabla el reglamento y no dudó en apagar el micrófono a los parlamentarios cuando se les agotaban los minutos estipulados. Incluso, a la portavoz de Podemos, Lorena Gil, tuvo que recordarle que las normas estaban para ser cumplidas cuando hizo amago de protestar por dejarla con la palabra en la boca.
Una puntualidad alemana que casi se agradeció entre la grada, donde se pudo ver a diputados nacionales como la popular Paloma Gázquez e Ignacio Prendes, de Ciudadanos, presente en la toma de posesión de Susana Fernández, nueva diputada autonómica de la formación naranja, que ayer prometió el cargo en sustitución de Juan Vázquez.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.