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El legado de Areces

Nunca supo ni quiso separar la política de su vida. Para él eran lo mismo. Defendió su gestión y sus principios hasta su último día

Viernes, 18 de enero 2019, 02:23

El manual de estilo de la política gijonesa desaconseja meterse en dos asuntos: la reforma del Muro y el fútbol. Demasiado arriesgado. El día que Vicente Álvarez Areces se enteró de que el alcalde de La Coruña había renunciado a reformar su fachada marítima ... por la oposición ciudadana se subió a un coche y se plantó en Madrid. No regresó hasta que el ministro de turno quedó convencido de que ningún lugar mejor que Gijón para gastar el dinero que pensaba ahorrarse. Areces reformó el Muro por completo. Y salvó al Sporting en una operación en la que muchos vaticinaron el final de su carrera. El estilo Areces no entendía de precauciones. Si creía en algo, lo defendía. Cuando se empeñaba en un proyecto, la renuncia no entraba en sus cálculos. Transformó Gijón y llegó a la Presidencia de Asturias cuando hasta sus detractores en el PSOE se convencieron de que solo Tini les garantizaba la victoria. Quienes formaron parte de sus gobiernos recuerdan su extenuante interés por conocer cada detalle de los expedientes, su capacidad para fajarse en la tribuna de oradores del Parlamento durante horas y, por supuesto, su empeño por recorrer Asturias. Areces hacía política en la moqueta y en las caleyas. La misma sonrisa recibía a una estrella de cine que a un alcalde que le pedía rebachear una carretera. Con idéntica pasión analizaba la coyuntura internacional que explicaba en la barra de un bar sus proyectos para Asturias. Tuvo legión de incondicionales. También furibundos detractores. Unos y otros se los ganaba con su atrevimiento para discrepar y su empeño por llevar a cabo unos planes en los que todo parecía estar programado. Desde el modelo de una baldosa a la construcción de un nuevo hospital o la ampliación del puerto de Gijón. Con sus logros y sus fracasos se escribe la historia de Asturias de los últimos cuarenta años. Tanto, que su apellido acabó por definir una etapa.

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