PAULA DE LAS HERAS
Jueves, 1 de diciembre 2022, 01:21
MADRID. Nunca ningún barón se había desmarcado tanto y de una manera tan demoledora de Pedro Sánchez. Era sabido que de todos los líderes autonómicos del PSOE, el presidente aragonés, Javier Lambán, era junto al castellano-manchego, Emiliano García-Page, el más distanciado del jefe ... del Ejecutivo y el único que, desde la victoria en las primarias de 2017 sobre Susana Díaz, ha hecho oír su voz de tanto en cuanto contra alguna de sus decisiones; la más reciente, la supresión del delito de sedición del Código Penal. Ayer, hizo mucho más que eso. Afirmó que con otro líder, a España le habría ido «mejor».
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No se refería a un dirigente cualquiera sino al expresidente de Asturias y responsable de la gestora que pilotó el partido desde la defenestración de Sánchez, en octubre de 2016, a las elecciones internas en las que, con todo el poder orgánico en contra, retomó las riendas del PSOE. Más allá de su labor al frente del Ejecutivo asturiano, Fernández era un referente para una parte del partido que veía en él todas las virtudes de un socialdemócrata clásico con perfil institucional y sentido de Estado y en el hoy presidente a un joven ambicioso dispuesto a auparse sobre populistas e independentistas en una 'coalición Frankenstein', como la definió Alfredo Pérez Rubalcaba, para llegar a la Moncloa.
Lo cierto es que aunque hubo quien sondeó al veterano político asturiano, hoy retirado, para que optara a la secretaría general cuando Rubalcaba dimitió en 2014, él que se veía ya al final de su carrera no quiso asumir esa responsabilidad. Ayer, en su intervención durante la clausura de la mesa sobre 'El Estado de las autonomías: balance y mirada de futuro desde el ejercicio de la responsabilidad política' en Zaragoza, en la que también participó el exdirigente asturiano, Lambán recordó que fue bajo su mandato interino en 2016 cuando el PSOE decidió apoyar la investidura de Mariano Rajoy para evitar unas terceras elecciones. Y no solo defendió los «pactos de PP y PSOE con altura de miras» sino que tildó de «invento maligno donde los haya» las elecciones primarias.
El presidente aragonés trató de rebajar luego la intensidad de sus palabras con una nota aclaratoria en las redes sociales. «Que nadie las entienda como una deslealtad hacia Pedro Sánchez. Discrepando en algunas cosas -adujo- cuenta con toda mi lealtad y apoyo». La recogida de velas, que en Ferraz dan por buena, no fue, sin embargo, suficiente para tapar lo que en las propias filas socialistas se interpreta como un evidente nerviosismo ante el impacto electoral que puedan tener en las elecciones del próximo 28 de mayo, en las que Lambán se juega su continuidad en el Gobierno, los lazos forjados con Bildu y ERC y las recientes cesiones a ambos partidos al calor de la negociación presupuestaria.
Por otro lado, Javier Fernández valoró la evolución desde una España con muchas carencias, si bien colocó en el contrapeso de la balanza, la ausencia del Estado en Cataluña y País Vasco, lo que a su juicio es inexcusable si se quiere avanzar en el estado de las autonomías. Pero subrayó que hay elementos de integración y colaboración horizontal, es decir, entre las regiones y el poder central en igualdad, y abogó por la sistematización de la conferencia de presidentes y por una cámara territorial, además de un esfuerzo para clarificar el modelo confuso autonómico y avanzar en el sistema de financiación autonómica parado desde hace casi una década.
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