Carles Puigdemont interviene 'online' en un acto ante su plana mayor, con sus negociadores, Jordi Turull y Míriam Nogueras,.al frente. EFE

Junts exprime a un Sánchez impredecible

Los independentistas constatan que su tensión con el PSOE «no tiene arreglo» y auguran un frenesí continuo dure lo que dure la legislatura

Cristian Reino

Barcelona

Domingo, 2 de febrero 2025, 00:39

Junts siente que le ha tomado la medida a Pedro Sánchez tras el pacto cerrado esta semana para salvar la subida de las pensiones a cambio de que asuma el peliagudo debate sobre la cuestión de confianza. Y se dispone a exprimirle todo el jugo ... político posible, mientras dure la legislatura, desde la premisa de que ni el PSOE ni ellos mismos tienen incentivos para precipitar un adelanto electoral, que, según las encuestas, provocaría hoy la llegada de un Gobierno de PP y Vox. Las relaciones entre socialistas y junteros «no tienen arreglo», siempre serán tensas, según admiten en la formación de Carles Puigdemont. Pero ante esta especie de resignación, se conjuran para mantener el pulso al presidente del Gobierno y, como se dice popularmente, hacerle sudar sangre. O apretarle sin ahogarle.

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En Junts creen que la dinámica frenética vivida estas últimas semanas, de continuo toma y daca, con peligro de ruptura y posterior reconciliación, será una constante durante de toda la legislatura, cada vez que haya votaciones sustanciales en el Congreso. A juicio de los secesionistas, a Sánchez le gusta jugar con riesgo, vivir en el filo de la navaja. Eso sí, no lo ven con alicientes para precipitar el adelanto electoral. Sería, constatan, como ponerle en bandeja la victoria al PP y Vox.

En el partido de Puigdemont, en cualquier caso, no temen unas nuevas generales, ya que el objetivo prioritario para sus intereses, ganarle a ERC, lo creen asegurado. Y en el independentismo de centroderecha llevan meses advirtiendo de que no les asusta un Gobierno español conservador. Es cierto que podrían perder influencia. Pero objetan que la derecha en el poder moviliza el secesionismo y lo cohesiona.

Junts, por tanto, seguirá sin dar respiro al Gobierno. Cuando quiera apretarle, le tumbará una votación, y luego a negociar. Las treguas apenas duran unas horas. La próxima gran batalla ya está anunciada para dentro de apenas un mes. Ese es el plazo para la celebración del debate sobre si Pedro Sánchez debe someterse a la cuestión de confianza. Tras la admisión a trámite por parte de la Mesa del Congreso, el Gobierno tendrá como máximo 45 días para convencer a Carles Puigdemont de que retire la propuesta.

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La cuestión de confianza

En la dirección de Junts afirman, en público y también en privado, que el debate parlamentario sobre la cuestión de confianza se celebrará. Aunque no cierran la puerta a su retirada 'in extremis' si el PSOE «mueve el culo», en palabras de Míriam Nogueras, en las tres carpetas que están abiertas: el traspaso «integral» de la gestión en inmigración, la oficialidad del catalán en la UE y la amnistía política. Los nacionalistas rechazaron un encuentro ofrecido meses atrás por La Moncloa entre Pedro Sánchez y Carles Puigdemont. Era un saludo con motivo de una visita del presidente del Gobierno al Parlamento Europeo. Puigdemont quiere una reunión formal, según dicen en su partido, no una mera fotografía. Si se está moviendo algo, será en secreto y ninguna de las partes dirá nada.

Desencuentro

Puigdemont rechazó un saludo con Sánchez meses atrás en la Eurocámara; quiere una reunión formal, la «amnistía política»

Con avances en alguna de esas tres carpetas, Junts podría retirar la moción de confianza, Sánchez cogería aire y estaría en mejores condiciones para abrir la negociación sobre los Presupuestos. Para los junteros, el traspaso de las competencias a la Generalitat sobre inmigración es clave. El crecimiento de Aliança Catalana, independentista e islamófoba, condiciona la estrategia de Junts. Aliança obtuvo dos escaños en las pasadas elecciones catalanas y, según cálculos de los postconvergentes, podría llegar hasta a diez si Salvador Illa adelantara las autonómicas (no puede hacerlo aún hasta primavera).

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Esos diez diputados serían sobre todo a costa de Junts, que necesita que cale que tiene un discurso duro en materia migratoria para evitar la sangría de votos hacia la extrema derecha soberanista. De ahí el empeño en el traspaso de competencias, a pesar de que quien tendría que aplicarlas es Illa. Los junteros reclaman plenas competencias y que se visibilice que los Mossos tienen el control de las fronteras. Culpan al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, de que el acuerdo lleve más de un año en capilla y han pedido su cabeza al presidente del Gobierno.

Junts, de momento, centra toda su estrategia política en sacar réditos en Madrid. Es su forma de distanciarse de ERC y de tapar su escaso poder institucional. Su oposición a Illa es aún tibia. Los postconvergentes están a la espera de que se resuelva la amnistía de Puigdemont. Ponen en cuarentena el plazo que sitúa la resolución del Constitucional para octubre, pero en cambio sí cuentan con el expresident para que coja el timón, ya desde Cataluña, en la segunda mitad de la legislatura catalana.

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