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A. M.
OVIEDO.
Jueves, 28 de junio 2018, 04:51
José Ángel Fernández Villa llegó ayer a la Audiencia Provincial siguiendo la misma rutina que en las otras ocasiones en las que se ha visto obligado a realizar el incómodo paseíllo a la sede judicial. Llegó a la sede judicial en taxi, acompañado por su ... esposa, María Jesús Iglesias, pocos minutos antes de la hora en la que estaba citado. Allí le esperaba su procuradora y, con la ayuda de ambas, una a cada lado, caminó de forma lenta y torpe hasta el interior del edificio.
Como ya ocurrió en otra ocasión, el exsecretario general del SOMA tuvo que escuchar insultos durante el recorrido por parte de un ciudadano, que le recriminó a voces que «siempre fuiste un maquinista vagu, engañando a la gente» y le reprochó incluso que «comiera jamón en los bares mientras nosotros arrimábamos el hombro y tú cobrabas». Villa ni se inmutó por ninguno de estos comentarios, hasta el punto de que parecía no escucharlos. Una posición que mantuvo también en el interior de la sala, cabizbajo e inmóvil mientras se leían los escritos de la Fiscalía y la acusación, que piden para él cinco y seis años de cárcel, respectivamente. Estuvo, eso sí, acompañado en todo momento por su esposa, tal y como recomendaron las forenses médicas que le exploraron el pasado lunes y que, si bien entendieron que estaba en condiciones físicas y mentales para declarar, consideraron necesario que el investigado estuviera siempre escoltado por una persona adulta que le ayudara a moverse, así como que se le interrogue mediante preguntas cortas y concisas para garantizar su comprensión.
Tras cuatro horas sentado en el banquillo -con un receso de unos veinte minutos- José Ángel Fernández abandonó la sede judicial de nuevo flanqueado por su esposa y otra mujer que le acompañó hasta el taxi por encargo de su abogada, Ana García Boto. Ésta caminó unos pasos por delante de su cliente flanqueada por dos varones con la clara intención de hacer una barrera e impedir que los medios de comunicación tomaran imágenes, aunque con poco éxito.
De forma mucho más discreta entró y salió de la Audiencia Provincial el segundo investigado, Pedro Castillejo, arropado también de su abogado, Alfredo García López. El que fuera gerente del Infide, ente dependiente del SOMA, agradeció el interés de los medios de comunicación, pero evitó hacer declaración alguna. «No es el momento ni el lugar», se limitó a contestar.
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