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Pablo Iglesias había evitado referirse a los dirigentes independentistas condenados por su papel en el 'procés' como «presos políticos» desde que entró en el Gobierno de coalición. Era una de las condiciones implícitas en su pacto con Pedro Sánchez «Necesito un vicepresidente del Gobierno ... que defienda la democracia», había dicho el hoy jefe del Ejecutivo en el verano de 2019 para rechazar la alianza a la que finalmente claudicó en noviembre de ese año. La campaña a las elecciones catalanas, que se celebran este domingo, ha llevado, sin embargo, al líder de Unidas Podemos a desenterrar su discurso.
Apenas unos días después de que la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, recriminara al jefe de la diplomacia rusa, Sergei Lavrov, que comparara la situación del opositor Alexei Navalni con la de los responsables del referéndum inconstitucional del 1 de octubre de 2017, Iglesias argumentó en una entrevista en el diario catalán 'Ara' que «no hay una situación de plena normalidad política y democrática en España cuando los líderes de los dos partidos que gobiernan Cataluña, uno está en prisión y el otro en Bruselas».
Mientras González Laya remarcó que, según el índice elaborado anualmente por la Unidad de Inteligencia de 'The Economist', España es una de las escasas 23 democracias plenas que hay en el mundo (y Rusia es un régimen autoritario), el vicepresidente del Gobierno adujo que casos como el Oriol Junqueras o Carles Puigdemont «deterioran la calidad democrática». «Estas personas no han puesto bombas, no han disparado contra nadie», esgrimió.
No es la primera vez, en las últimas semanas, que el líder de Unidas Podemos, decidido a exacerbar sus diferencias con el PSOE como estrategia electoral, hace unas manifestaciones de este tipo. Su comparación, en una programa de 'La Sexta', entre la situación de los exiliados de la guerra civil y el franquismo y la del expresidente catalán, procesado en rebeldía y huido de la justicia, ya desató una enorme polémica y fue censurada por asociaciones de víctimas de la dictadura e incluso por dirigentes de su partido.
Pedro Sánchez aprovechó entonces su discurso en el Comité Federal del PSOE celebrado el pasado 23 de enero en Barcelona para desmarcarse del comentario y reivindicarse como la «izquierda democrática». En su intervención, advirtió de que la deuda con «aquellas gentes» que tuvieron que huir por defender la democracia obliga, sobre todo, a «cumplir y defender el Estado de derecho y las leyes democráticas; es decir, defender la Constitución española».
Esta vez, sin embargo, los socialistas no hicieron reproche alguno a Iglesias. Al contrario. El secretario de Organización del partido, José Luis Ábalos, dijo expresamente que no ve «ningún problema» en sus palabras. «Yo creo que el vicepresidente defiende la democracia con claridad y defiende una mayor profundización democrática», en una comparecencia tras la reunión de la ejecutiva del PSOE.
El también ministro de Transportes, que mantiene abierta una disputa con sus socios de coalición a cuenta del contenido de la futura ley de vivienda, insistió en que la democracia española es «una de las de mayor calidad que existen en el mundo», pero añadió que el sistema «no es perfecto» . «Las democracias –insistió sin refutar a su colega en el Consejo de Ministros– integran anomalías, lo que no quiere decir que el sistema sea anómalo».
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