Cristian REINO
Barcelona
Sábado, 1 de agosto 2020, 18:53
La Fiscalía del Supremo y el juzgado de vigilancia penitenciaria de Cataluña le han dado la puntilla, pero la mesa de diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat para la búsqueda de una salida política al conflicto catalán agonizaba desde hace tiempo por la ... cercanía de las elecciones catalanas.
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Arrancó en febrero, con un único encuentro hasta la fecha, y ambas partes acordaron verse una vez al mes. La pandemia lo paralizó todo y ahora la situación ha cambiado. Gobierno central y Govern catalán se conjuraron para reunirse en julio, tras el apoyo de ERC a la última prórroga del estado de alarma, pero a nadie le venía bien. Todas las partes siguen proclamando su voluntad de sentarse a hablar y llegar a acuerdos, aunque más bien con la boca pequeña.
Era cuestión de tiempo que la mesa encallara. Nació para un objetivo -propiciar el apoyo de Esquerra a la investidura de Pedro Sánchez- y quienes no participaron de ese objetivo, Quim Torra y Carles Puigdemont, han puesto todos los palos en las ruedas que han podido. Con un objetivo, perjudicar a ERC, para colgar el sambenito a los republicanos de que su apuesta por el diálogo ha sido un fracaso y para mantenerles atados en corto.
Durante meses, los actores de la mesa ya no estaban preocupados por el contenido del foro, sino que se han centrado en buscar un culpable para cargarle el fracaso. Todas las partes han encontrado razones para escurrir el bulto y echar las culpas al prójimo en un fuego cruzado con aroma electoral.
Pedro Sánchez responsabilizó a Torra y ha imputado a la división independentista que la mesa no se haya reunido en julio. El jefe del Ejecutivo catalán, a su vez, acusa a Sánchez de no tener voluntad de diálogo y de poner excusas para evitar el encuentro. Esquerra, autora intelectual de la criatura, cargó primero las tintas contra sus socios posconvergentes, a los que atribuyó motivos electorales para hacer fracasar la mesa. Sin embargo, tras los recursos de la Fiscalía contra el tercer grado de los presos y las resoluciones judiciales, cambió el discurso y arremetió contra el Gobierno.
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Sánchez se comprometió a reunirse en julio pero ha dado largas todo el mes. Primero la pandemia, luego las elecciones vascas y gallegas, más tarde la cumbre europea. Y entremedias, el acercamiento a Ciudadanos. El presidente del Gobierno le dijo el miércoles a Gabriel Rufián que quiere pactar los Presupuestos con ERC, pero sin cerrarse a la formación naranja. Una fórmula que deja en una posición muy incómoda a los republicanos, que no pueden afrontar unas elecciones catalanas subidos en el mismo barco que Ciudadanos.
Desde el Gobierno, llevan meses deslizando que la mesa no podría avanzar hasta que se convocaran elecciones y se constituyera un nuevo Govern. Está por ver cuándo convoca Torra los comicios y qué gobierno surge de las urnas.
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JxCat presiona para que ERC no explore mayorías alternativas y abandone su apuesta por facilitar la gobernabilidad en España. La revocación del tercer grado a los presos del procés ha radicalizado las posiciones de los independentistas, que en vísperas de las elecciones vuelven a jugar la carta del victimismo. «Es el Gobierno quien ha decidido levantarse de la mesa», afirmó el vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
ERC ha endurecido las condiciones para que vuelva a reanudarse el diálogo aunque se resiste a desactivar la vía política y mantiene la mano tendida al PSOE. La amnistía, según los republicanos, debe ser la concesión previa que debería hacer el Gobierno para poder abordar la búsqueda de una solución política a la cuestión catalana y que la negociación pueda afrontarse en igualdad de condiciones.
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ERC espera aún gestos del Gobierno. Defiende que gracias a sus votos en Madrid ha conseguido sentar en una mesa al Ejecutivo central y que reconozca que la cuestión catalana es un conflicto político que debe resolverse desde la política.
La consejera y portavoz del Govern, Meritxell Budó, justificó la ausencia de Quim Torrá en la Conferencia de Presudentes de viernes en La Rioja porque «no fue un marco en el que se pudiera debatir y no era más que una foto». Budó señaló que «estar o no estar en la cumbre no habría cambiado el destino de los catalanes».
La portavoz del Ejecutivo catalán mantuvo que solo hubo «una fotografía y salió el presidente Pedro Sánchez anunciando que asumía el mando de todos estos fondos (europeos), que creará una comisión interdepartamental de todos sus ministerios, con él al mando y volvemos a estar en un acción del estado español contraria a la cogobernanza».
Si Sánchez asume ese mando, añadió, «tiene sentido la reunión bilateral de tú a tú para explicar las necesidades de Cataluña y a partir de aquí negociar de gobierno a gobierno». El presidente catalán, aseguró, ya ha presentado «toda la documentación que se ha trabajado en los últimos dos meses desde la comisión de reactivación económica y protección social». Esa documentación sitúa en 31.000 millones de euros la reclamacion del Govern a cuenta del fondo europeo de reconstrucción.
Preguntada en RAC1 por la presencia del lehendakari Iñigo Urkullu en la conferencia de la Rioja, inicialmente no prevista, Budó recordó que el presidente del Gobierno vasco tiene «la ventaja de tener el poder, de recaudar los impuestos y de poder negociar bilateralmente con el Estado; y esa es la gran diferencia entre el lehendakari Urkullu y el president Torra».
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