Enrique Fernández Rodríguez, consejero de Industria, Empleo y Promoción Económica: «Hay desafíos enormes y será importante asumirlos en equipo»

No es extraño, por tanto, que vea el cargo con una mezcla de emociones. «Por un lado estoy agradecido por la confianza que ha depositado Adrián en mí para representar al Principado en esto, pero por otro, aunque sea un tópico, es una gran responsabilidad», asume.

Formaba parte de las quinielas de posibles consejeros desde el principio. Es uno de los estrechos colaboradores del nuevo presidente y forma parte del núcleo central del 'sanchismo' en Asturias. Licenciado en Administración y Dirección de Empresas y doctor en Economía por la Universidad de Oviedo, su trayectoria profesional estuvo en sus inicios ligada a la institución académica donde fue docente de Economía Financiera durante 14 años, hasta que tomó una excedencia para ser alcalde en su municipio natal.

A pesar de las dificultades de gobernar en minoría, destaca como uno de sus grandes avales la gestión realizada durante ocho años al frente del Consistorio, envuelto en una «dura crisis y falta de recursos bestial». Combinó sus cuatro últimos años como regidor con su trabajo en el Consejo Territorial de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), donde también fue portavoz de la Comisión de Desarrollo Económico y Empleo. Hace dos años que se unió al comité federal del PSOE y a la ejecutiva regional de la FSA como secretario del área de Política Económica, Industrial, Empleo e Innovación.

Unas materias que ahora retomará como consejero con «enormes retos» que exigen, dice, una intervención y atención política. Y ha de ser transversal: «Va a ser muy importante el trabajo en equipo, la colaboración con otras consejerías para asumir los desafíos». Y pide también que el debate político con el resto de fuerzas sea «constructivo y no un enfrentamiento estéril, pues Asturias necesita mucho más consenso del que hay ahora».

Por lo pronto, se reunirá con su predecesor, Isaac Pola, en los próximos días para empezar a trabajar cuanto antes, aunque pide «por caridad, los cien días de rigor para asumir el cargo».