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Alicia Negre y Javier Martínez
Domingo, 15 de diciembre 2024, 07:55
Entre Caravaca de la Cruz y el puerto de Valencia distan 238 kilómetros. Una distancia considerable que, sin embargo, se ha visto unida en la última semana por un hilo invisible, un nombre propio: el del capitán Jesús Fernández Bolaño, máximo responsable de una ... unidad de investigación fiscal en el puerto de Valencia y exjefe de la Policía Local de Caravaca.
Este mando de la Guardia Civil se encuentra a día de hoy en prisión provisional acusado, no solo de colaborar con una red de traficantes que usaba los muelles valencianos para sus negocios ilícitos, sino de invertir en operaciones de narcotráfico como el alijo de 1.140 kilos de cocaína incautado recientemente en Beneixida. Su codicia y las dádivas que cobró, presuntamente, acabaron costándole el puesto y le llevaron a prisión.
Fernández Bolaño, que se encontraba a la espera de destino tras ser ascendido a capitán, estuvo durante más de una década al frente de la Unidad de Análisis e Investigación Fiscal y de Frontera (UDAIFF) del puerto de Valencia. En ese periodo, según se desprende de la investigación realizada por los agentes del Servicio de Asuntos Internos (SAI) de la Guardia Civil, en colaboración con agentes antidroga de la Policía Nacional, estableció una estrecha colaboración con un supuesto narcotraficante, Guillermo T. S., que presuntamente lidera una banda dedicada a introducir grandes alijos de cocaína en Valencia.
Las pesquisas han destapado, según plasma el magistrado instructor de la Audiencia Nacional en el auto que ordena su ingreso en prisión, que Fernández Bolaño actuó como «una pieza esencial» de la red de narcotráfico. El juez considera incluso que el investigado instruyó a los componentes de la banda sobre los controles aduaneros y cómo se realizaban las inspecciones para detectar los alijos de droga. Según las investigaciones, el mando corrupto de la Guardia Civil proporcionaba a los narcos «información confidencial y restringida» sobre investigaciones que ya estaban en marcha.
De esta manera, la organización delictiva se aseguraba información sobre los contenedores que eran marcados para una posterior inspección o sobre las investigaciones policiales, y luego diseñaba un plan sin riesgos para sacar la droga del puerto. Habían puesto al lobo a cuidar del rebaño. El auto judicial, al que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS, desgrana el procedimiento que había diseñado Fernández Bolaño, presuntamente, para colar alijos de droga «como consecuencia de sus detallados conocimientos» sobre el funcionamiento de los controles aduaneros.
Con el método ideado por el capitán encarcelado, la banda de traficantes consiguió introducir en el puerto de Valencia los 1.140 kilogramos de cocaína que finalmente pudieron ser incautados por la Guardia Civil y la Policía Nacional en la fase final de la operación antidroga.
El tejemaneje comenzaba cuando el contenedor donde habían ocultado la cocaína era marcado con un número para una posterior inspección. Esa cifra identificativa de la mercancía se traspasaba a otro contenedor, limpio de droga, y este pasaba fácilmente el control aduanero. Posteriormente era sustituido nuevamente dentro del mismo puerto y el recipiente metálico con la droga, que ya figuraba como que había pasado sin problemas la inspección, podía salir del recinto portuario sin riesgo de ser detectado.
Según las investigaciones policiales, el sospechoso también habría facilitado el paso y la salida del puerto de contenedores de otras organizaciones criminales a sabiendas de que llevaban alijos de cocaína, porque había sido informado previamente por el presunto narcotraficante Guillermo T.
La supuesta connivencia entre el cabecilla de la banda desarticulada y el exjefe de la Unidad de Análisis e Investigación Fiscal de la Guardia Civil de Valencia no acababa, sin embargo, en propiciar ese agujero en la vigilancia aduanera. Los investigadores están convencidos de que Fernández Bolaño también se habría llenado los bolsillos últimamente tras invertir en grandes alijos de cocaína y obtener luego su pare de beneficios.
Los agentes antidroga creen que existen indicios de que puso dinero, al menos, para el alijo de 1.140 kilos de cocaína y para otra operación que ya estaba en marcha en el momento en el que fue arrestado por sus compañeros del Servicio de Asuntos Internos. Esos grandes alijos de droga debían ser trasladados desde América Latina en contenedores tipo 'flat rack' con un doble fondo. Estos eran enviados a Panamá y otros países de la zona conteniendo piscinas y, a la vuelta, regresaban aparentemente vacíos, aunque cargados de cocaína en el doble fondo.
La red, según explica el auto judicial, ya había enviado un contenedor a modo de prueba que había vuelto al puerto de Valencia vacío, y otro estaba siendo preparado en la nave de la localidad de Beneixida en la que se incautó el alijo de cocaína oculto en papayas. La organización delictiva había preparado otros contenedores con piscinas que aguardaban en un puerto extranjero para ser cargados con cocaína, unas operaciones frustradas por el golpe policial.
El magistrado de la Audiencia Nacional da por hecho que el capitán de la Guardia Civil «recibió dádivas y prestaciones económicas» por su participación en estos movimientos de droga, ya sea como inversor o en su rol de agente del cuerpo. El auto subraya que Fernández Bolaño recibió entregas de dinero en efectivo y que se benefició de viajes pagados por la banda de Guillermo T. a República Dominicana, Las Palmas, Venecia o Miami, bien solo o en compañía de familiares o amigos.
Los investigadores hallaron casi 90.000 euros emparedados y enterrados en un chalé de Cullera, propiedad del capitán corrupto, tras una minuciosa búsqueda con excavadoras, perros adiestrados en la detección de dinero, georradares y escáneres. Los agentes desmontaron una piscina portátil en la parte trasera de la parcela e incluso vaciaron una fosa séptica en busca de droga, dinero y otras pruebas de la relación del investigado con la red internacional de narcotráfico.
Tras una ardua investigación, la Guardia Civil atribuye Fernández Bolaño los delitos de pertenencia a organización criminal, tráfico de drogas, cohecho, blanqueo de capitales, revelación de secretos y omisión del deber de perseguir delitos.
El capitán encarcelado ya estuvo implicado en otro caso polémico en 2013, cuando abandonó su puesto al frente de la Policía Local de Caravaca y solicitó el reingreso en la Guardia Civil. La marcha de este mando coincidió con la apertura de una investigación por parte de la Fiscalía de Murcia, a resultas de una denuncia del PSOE, por el denominado 'caso desguaces', la presunta desaparición de cientos de vehículos del depósito municipal de Caravaca de la Cruz.
La Fiscalía acusó al exalcalde Domingo Aranda por estos hechos, pero no al exjefe de la Policía Local al estimar que sus ilegalidades no trascendieron el ámbito de la irregularidad administrativa.
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