Fernández saluda a Caunedo, en presencia de Gázquez, ayer, en Oviedo. MARIO ROJAS

Un bronco comité ejecutivo deja al PP partido en dos a las puertas de las elecciones

Mercedes Fernández reivindica su legitimidad como presidenta y deja claro que no se apartará, mientras los afines a Mallada la acusan de «torpedear la campaña»

ANDRÉS SUÁREZ

OVIEDO.

Viernes, 3 de mayo 2019, 02:22

El PP de Asturias afronta las autonómicas del próximo día 26 roto, partido en dos. A un lado, quienes integran el núcleo duro de la dirección regional, aglutinados en torno a la presidenta, Mercedes Fernández, y aquellos que en distintos niveles de la organización arropan sus tesis. Al otro, quienes cierran filas con la candidata al Principado, Teresa Mallada. La fractura se escenificó ayer a las claras en un bronco comité regional en el que una cuestión aparentemente secundaria, una serie de ceses y nombramientos dentro del propio órgano, hizo saltar chispas.

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Es un hecho que el batacazo del PP en las generales ha modificado la situación en la organización asturiana. La derrota ha puesto en una posición muy delicada a la dirección que lidera Pablo Casado y de la que forman parte Teodoro García Egea, secretario general, y Javier Maroto, vicesecretario de Organización. Estos dos últimos, especialmente Maroto, fueron los impulsores de la apuesta por Mallada como candidata al Principado en detrimento de Fernández, y en la medida en que ambos están en el ojo del huracán por la campaña que condujo al desplome del domingo, las consecuencias se dejan notar en el seno del partido en la región.

Se dejan notar en cosas como que Mercedes Fernández, ayer, hizo una reivindicación de su legitimidad y su poder como presidenta del PP de Asturias como nunca había hecho desde que fue descabalgada de la candidatura autonómica. Lo hizo por la vía de respaldar a Pablo Casado como presidente del PP, pese al «malísimo» resultado del domingo, ya que ganó de forma «irreprochable» un congreso para asumir el liderazgo de la formación y eso «siempre» debe ser respetado. Un principio que, apostilló, también se le debe aplicar a ella. La «legitimidad recíproca», anotó, dice que si se respeta el resultado de las primarias nacionales, debe hacerse lo mismo con las asturianas, que ganó de forma «pulcra e irreprochable».

Esto es, que Fernández dejó claro que seguirá como presidenta y que no renunciará, ni antes ni después de las autonómicas. Y que a nadie se le ocurra pensar en maniobras «de despacho», porque en materia de democracia interna «no caben retrocesos».

Presumió de legitimidad, pero también de poder. Por ejemplo, cuando recordó a Mallada, aunque sin citarla, que es competencia del comité ejecutivo que ella encabeza la aprobación del programa electoral. Incluso llegó a fijarle las grandes líneas que debe asumir: educación, sanidad, medio ambiente y bajadas de impuestos.

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Terminó la intervención de Fernández y empezó el lío. Los rencores acumulados en estos meses estallaron al hilo de la propuesta de la presidenta para mantener en el comité ejecutivo a los diputados que no repiten en las candidaturas -Rafael Alonso, Carlos Suárez, Pedro de Rueda y Susana López Ares- y para relevar a algunos de sus actuales miembros y sustituirlos por otros. La propuesta contemplaba que tres 'malladistas' -Juan Sutil, Carlos de la Losa y Ana Bretón- se quedasen fuera.

Y se desataron las hostilidades. Fernando Goñi, Ramón García Cañal, José Ramón Fernández, Pablo Pire o Álvaro Queipo intervinieron desde el lado 'malladista' para pedir un aplazamientos de esos ceses y relevos hasta después de las elecciones. Isabel Pérez-Espinosa, Susana López Ares, Isabel Casielles y distintos representantes municipales defendieron la potestad de la presidenta para proponer cambios en el comité ejecutivo.

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Hubo intervenciones durísimas. Se habló de «humillaciones» por parte de los 'malladistas' a la presidenta regional y a la dirección, López Ares acabó renunciando en el acto al cargo que le había ofrecido Fernández, a la que le agradeció el gesto, en vista del devenir de los acontecimientos... Algunos miembros del comité se fueron antes de terminar. La número uno al Congreso, Paloma Gázquez, se quejó de las «interferencias» sufridas en la campaña. Y afines a la candidata acusaron a la dirección de «torpedear» la campaña.

Mallada, que excusando problemas de agenda llegó tarde y no escuchó a Fernández, se mantuvo en silencio durante la reunión. Habló antes, para defender su capacidad sobre el programa electoral que, dijo, encajará con la línea del partido.

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Al final se aprobó por mayoría la presencia de los ex diputados en el comité y, en medio del lío, se aparcaron el resto de relevos.

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