cristian reino
Barcelona
Lunes, 30 de noviembre 2020, 11:10
La nominación de Laura Borràs como candidata de JxCat a la presidencia de la Generalitat avivó este lunes la precampaña de las elecciones catalanas. Su elección ha clarificado el panorama independentista, cada vez más atomizado y dividido. La diputada en el Congreso, del sector ... nacionalista más radical, irrumpió con fuerza, lanzando dardos a diestro y siniestro.
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Borràs puso en duda la reedición de un futuro gobierno de JxCat y ERC, una cuestión que hasta ahora nadie se había atrevido a plantear. La presidenciable de Junts no garantizó la investidura de Pere Aragonès, en caso de victoria republicana, salvo que se comprometa a formar un gobierno «netamente independentista». En un contexto en que a ERC (que sí ha prometido investir al candidato postconvergente en caso de que gane) le caen críticas en el secesionismo por su apoyo al Gobierno y por su apuesta por el diálogo, la candidata juntera cuestionó la pureza secesionista de los republicanos. Una estrategia para captar a los electores partidarios de un Estado catalán, temerosos de que Aragonès busque alianzas más allá del secesionismo, con el PSC o los comunes, y el 'procés' pase a un segundo plano. «No entramos en el debate sobre quién es más independentista», replicaron los republicanos, que instaron a la candidata de Junts a que abandone su «obsesión por atacar a ERC». La radicalidad de Borràs y los nervios que afloran en Esquerra anticipan una carrera electoral a cara de perro entre los dos socios en el Govern, ya de por sí enfrentados y peleados tras cinco años gobernando juntos.
La portavoz en el Congreso fijó algunas de sus bases programáticas. Hará tándem con Carles Puigdemont, a quien se le ha reservado el número 1 de la lista. Pero advirtió de que su papel, si gana las elecciones, no será el que desempeñó Quim Torra como presidente de la Generalitat, tutelado (sobre todo al principio) por Puigdemont desde Waterloo. «No seré vicaria de nadie», afirmó en Rac-1, después de ganar las primarias con el 76% de los votos.
Y plantea el 14-F como un doble plebiscito: sobre la independencia y sobre qué modelo secesionista prefiere la gente. «Todos los votos independentistas no son iguales», expresó. Por un lado está ERC, que apuesta por un independentismo más pragmático, que aboga por el diálogo con Madrid. Junts, bajo su dirección, se decanta por la senda «unilateral» y la «confrontación» contra el Estado como vías para llegar a la secesión. No obstante, evitó comprometerse a culminar la independencia en cuatro años.
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